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La memoria de la Otra Europa

Documental: La Primavera de Praga

Alejandro Giovenco: Se mató sin poder ser peronista

Alejandro Giovenco: Se mató sin poder ser peronista

"Hay una cosa de la que no se arrepiente nadie en la tierra ... es haber sido valiente"

Revista El Descamisado (nº41, 26 de febrero de 1974) director: Dardo Cabo

El lunes pasado (18 de febrero de 1974) , una bomba le estalló en la mano a Alejandro Giovenco Romero, un activo militante de la derecha. Giovenco había estado el jueves pasado en la reunión en la que el Jefe del Movimiento Perónista, General Juan Perón habla solicitado terminar con las bombas y la violencia. Giovenco sostuvo en el último tiempo una cerrada posición en cuanto a la verticalidad que se le debe al General Perón.

El muerto acababa de salir de la sede de la Unión Obrera Metalúrgica, a cuadra y media del lugar donde le estalló la bomba y era acompañado —hasta minutos antes— por varios guardaespaldas utilizados por esa organización sindical en tareas de seguridad.

Los matones, que le dicen, con los que habla estado toda la noche y que lo abandonaron justamente segundos antes que estallara la bomba. Los diarios, al estilo de los relatos de la vida de los gangsters caídos en Chicago en los años treinta, no han penetrado en la razón de ser del personaje.

Ya sea porque no se contaban con los elementos necesarios o porque la vía más fácil a veces suele ser para el periodismo la de contar objetivamente ocultando la opinión con sutilezas.

A principios de los años sesenta, Giovenco se acercó a Edmundo Calabró, en ese entonces militante del Movimiento Nueva Argentina un desprendimiento peronista de Tacuara, y le pidió militar en el peronismo. Confesó que hasta ese momento había seguido los pasos de su padre, un activo militante de los Comandos Civiles de la Revolución Libertadora que derrocó a Perón en 1955. Pero que ahora, habiendo recapacitado, deseaba borrar esa participación suya en la Juventud de la Revolución Libertadora y que quería ser peronista.

Esta decisión coincidió con un duro conflicto que Giovenco tuvo con su padre. Hasta ese momento Giovenco había peleado contra el peronismo por dos razones fundamentales: la defensa del catolicismo que a su juicio estaba siendo atacado por Perón y contra el desorden y los ataques a la libertad que producía el peronismo. De esta manera Giovenco era una mezcla de católico liberal de derecha y nacionalista de élite. Ya que el elemento nacional, en sus formas —sin el contenido popular—, estaba incluido dentro de sus ideales.

Ya en el Movimiento Nueva Argentina, manifiesta un vehemente y exagerado deseo de limpiar su pasado con una acción heroica para el peronismo: así promete matar al almirante Rojas. Tiempo después, dos militantes de Nueva Argentina colocan una bomba frente a la casa de Rojas, sin saber que Giovenco estaba por los alrededores; éste es reconocido por la custodia de Rojas como un desertor de sus filas, lo denuncian a la policía y cuando es detenido se le encuentra una pistola 7,65. Va preso por varios meses.

El Movimiento Nueva Argentina se divide tiempo después, Giovenco se va con la fracción que consideraba que la otra estaba teñida de Vandorismo. La actividad política decae por ese tiempo, y se va en viaje de mochilero rumbo a Chile. Allá convive con una secta nazi que legalmente funcionaba como el Partido Nazi de Chile.

Sus viejas aspiraciones de orden, de repulsa racial a los judíos, y odio a todo lo que fuera izquierdismo se forma en ese viaje,aunque no encuentra expresión política para hacerlo cuando regresa a la Argentina.

Tampoco se nota demasiados cambios en él ya que no milita activamente. Antes de este viaje había participado con otros miembros de Nueva Argentina en la custodia de Isabel Perón. Recorrió así parte del país, hasta que el actual diputado Alberto Brito y jefe del Comando de Organización crea una intriga contra Giovenco y los de Nueva Argentina, acusándolos de vandorístas. Esto provoca el desplazamiento de la guardia y el regreso a Buenos Aires donde Giovenco apoya la idea de que hay que demostrar que no se es vandorista y hacer un hecho “heroico” contra el vandorismo que le saque a Nueva Argentina el mote que tiene.

Se trató entonces de secuestrar a Tito Bramuglia —un dirigente ligado al vandorismo— para lo cual le coparon la casa, aunque cuando trataron de sacarlo sus gritos alertaron a los visitantes y vecinos y el secuestro quedó frustrado.

En Nueva Argentina, Giovenco nunca fue un cuadro de conducción, era una especie de personaje que aparecía en las tareas “especiales” y siempre subordinado a alguien. Así, sin una militancia activa, Giovenco es incluido en el grupo —que se llamó Comando Cóndor — que emprendió en septiembre de 1966 una acción por la soberanía en Las Malvinas.

(Cabo, Rodriguez, Giovenco)

Debía ir otro ex militante de Nueva Argentina, pero Giovenco lo reemplazó a último momento. En Malvinas —cuando el acto de soberanía estaba cumplido—, sin que las banderas argentinas ni la soberanía hubiera sido mancillada por los ingleses, Giovenco propuso una acción heroica de enfrentamiento a tiros con los mal vi ñeros. Costó convencerlo que una acción de ese tipo, en vez de contribuir tendía a cerrar las posibilidades de que algún día Argentina ocupara realmente las islas: “un malvinero muerto, tiraba sangre en el medio de lo que hasta ahora era un justo reclamo de derechos”.


La acción estaba cumplida ya que los argentinos habían logrado conmover al mundo y demostrado su decisión de ejercer sus derechos sobre las islas. Fue un momento difícil en el avión argentino donde el comando decidía su acción rodeado de tropas. Durante el tiempo de cárcel, ya en el continente, se hizo una revisión sobre lo que se había hecho en Malvinas. Si bien todo el grupo, donde estaba Giovenco, coincidió en que se hizo lo que se pudo y lo que había que hacer, Giovenco no quedó conforme.

Tiempo después sostuvo que el vandorismo había aprovechado para si la operación y había que romper esa imagen con un gran gesto. Se acercaba el tiempo de la libertad para la mayoría del grupo que había hecho la operación teniendo cuidado de no embanderarla políticamente pues se consideraba que era una aspiración que trascendía los marcos peronistas. Seis meses después de hecha, Giovenco propuso cambiar este marco y declarar peronista a la operación y entregarle las banderas que habían estado en Malvinas al General Perón. Parte del grupo se opuso pues era una forma absurda de rectificar lo hecho y además porque aún estaba vigente el carácter nacional de la operación.

El Comando se dividió y tiempo después —ya en libertad — expulsaba a quienes se habían opuesto a dedicarle a Perón la operación. Una carta de Perón, un año después daba a los expulsados la razón por haber mantenido esa posición.

Cuando sale en libertad, Giovenco se enrola en las filas del vandorismo, junto con varios miembros de la operación Cóndor. Actúan de guardaespaldas de Lorenzo Miguel y luego de Paladino. A tal punto que defienden el local de la calle Chile que venía a ser recapturado por un grupo entre los que había militantes de Comando de Organización de Brito y Norma Kennedy.

Los defensores del local matan a Enrique Castro del C. de O. y hieren seriamente a Norma Kennedy; Giovenco salió herido en el meñique de la mano izquierda. Los defensores de Paladino acusaron a los de Brito y Norma Kennedy de ser infiltrados marxistas.

Aquí Giovenco rescata nítidamente los elementos asumidos durante su origen militante en la Revolución Libertadora: esa “fue una acción de anticristo —dice un comunicado eon su firma y refiriéndose a Norma Kennedy y Brito dice “que representan al marxismo que se pone la camiseta peronista”; “no aceptaremos jamás reconciliación ni pactos de ninguna especie con el marxismo, ni con ningún elemento antinacional por más que se disfrace de peronista”. El abogado que Paladino le pone a Giovenco es el Dr. Camus, actual miembro del Consejo Superior del Justicialismo.

Más adelante, continúa ligado a la Unión Obrera Metalúrgica y es detenido por esconder en su casa al asesino de Silvia Filler, la estudiante marplatense. Giovenco fue alcanzado, por especial empeño de los diputados del vandorismo; por la amnistía del 25 de mayo al asumir el peronismo el gobierno. Reaparece el 20 de junio en el palco de Ezeiza. Allí Brito y Giovenco pasan por encima del cadáver de Enrique Castro y se unen nuevamente.

Desde allí masacran juntos a las columnas que trataban de acercarse para ver a Perón y dieron comienzo a lo que culminó en una matanza irreparable. El nueve de junio, también había estado en el tiroteo que se produjo cuando los matones de la UOM trataron de impedir se cantaran consignas contra la burocracia en el homenaje a los fusilados en 1956. Giovenco dispara e hiere a Miguel Garaycochea, un antiguo militante peronista.

Aparece luego en varios enfrentamientos violentos que han teñido la lucha interna del movimiento peronista en estos últimos meses. El mismo es objetivo en un atentado frente a su casa. Sale ileso ya que la fortuna hizo que ese día tuviera más custodia de la que normalmente contaba.(1) Defensor de un Cristo a su medida, de una nacionalidad abstracta, Giovenco siempre tuvo un mismo enemigo: aquel que levantara la esencia revolucionaria del Movimiento Perónista; para él éstos eran todos “marxistas” con los que había que terminar.

Su práctica política demuestra una concepción coherente: el acto personal, “heroico”, la actitud individual y el valor personal. Nunca se lo vio recorriendo las bases peronistas, su manejo era totalmente superestructural. Enemigo de Vandor, termina siendo guardaespaldas de Lorenzo Miguel y viviendo de la UOM; sostenedor de la obediencia a Perón tira tiros a favor de Paladino cuando Perón ya lo ha expulsado del puesto de delegado y muere con una bomba en la mano cuando Perón acaba de decirle expresamente que hay que terminar con la. violencia. Su lema era “Dios y Patria” al que le agregó “Perón”, practicando un peronismo que consistió en combatir cruentamente cualquier asomo de la raíz revolucionaria del Movimiento Perónista. También generó absurdos, como que Brito, que había jurado venganza para Enrique Castro, le mandara una delegación del Comando de Organización a su velatorio, en cambio Perón, el jueves no se refirió a la ausencia de Giovenco en la reunión.

Así fue la vida de Giovenco. No se dio cuenta, pero nunca dejó de ser lo que el padre le enseñó; cruzado de una causa sin legiones, murió por su propia mano. Su violencia nunca pudo encontrar ese acto heroico de estar junto a las masas que lo convirtieron definitivamente en peronista.


(1) En ese ambiente, Giovenco avanzó sin pestañear, con grandes afectos y grandes odios. Blanco o negro sin zonas grises: Comando de organización, Concentración Nacional Universitaria, Ezeiza, la lucha en las calles, la interna del poder, tiroteos, "caños" . En febrero de 1974 entro en Olivos y participó de una reunión de Juan Domingo Perón con dirigentes sindicales. Oportunidad en las que el lider del justicialismo les dijo entre otras nociones "Las revoluciones son etapas de transformación, pero ellas no pueden ser permanentes (...) es decir, que este es un proceso natural dentro de las formas normales de la revolución, Algunos creen que la revolución es tomar el poder y ponerse a hacer "macanas", No". Pocos días despues, Giovenco murió en la puerta de la confiteria "El foro de Corrientes y Urugay" cuando le explotó la granada que llevaba en su portafolio. Fué cerca de la sede de la UOM, donde se refugió tras la explosión y se desangró. Los que saben cuentan que la granada estaba vencida. Como un signo de la época, su entierro fué cubierto por el diario "Crónica" y en la foto varios de sus amigos llevaban el feretro con sus restos, en apariencia en la foto, se veia a Miguel Angel Castrofini. No era el, pero le mataron un tiempo despues (8 de Marzo 1974) por haber estado en la despedida de su amigo.

Juan Bautista Yofre "Volver a matar: Los archivos ocultos de la "Cámara del terror" (1971-1973)

 

A su muerte, sus antiguos camaradas del MNA le dedicaron estas palabras:

"Si en medio del combate

cayeras, camarada

con el azul y el blanco tu cuerpo cubriré

y besada por lunas de montes

y de pampas

en la tierra que descansas

florecerá el laurel"

 

Nota: La fotografia que encabeza el artículo, fué publicada en la revista "Fuerza Nueva"  y es tomada en Madrid en una manifestación de apoyo a Argentina convocada por FE de las JONS.

Desde  "La Otra Europa" queriamos rendir un sencillo homenaje a Alejandro Giovenco, aunque solo hemos encontrado fuentes profundamente "contaminadas" contra su persona y su obra.

contactos@laotraeuropa.eu

Corto Maltes: Las Celticas (2002)

Releyendo a Evola: Revuelta contra el mundo moderno

Releyendo a Evola: Revuelta contra el mundo moderno

 

"Tomando por ideal el héroe antes que el santo, el vencedor antes que el mártir, colocando la suma de todos los valores en la fidelidad y en el honor antes que en la caridad y la humildad, considerando la dejadez y la vergüenza como un mal peor que el pecado, no respetando en absoluto la regla que pide que se devuelva bien por mal y que no se oponga resistencia al mal, aprestándose, antes bien, en castigar al injusto y al malvado, expulsando de las propias filas a aquel que mantuviera literalmente el precepto cristiano de "no matarás", teniendo por principio no amar al enemigo sino después de haberlo vencido, así la caballería afirma, casi sin alteración, una ética nórdico-aria en el seno de un mundo que no era más que nominalmente cristiano".

Evola

Los campos del Rhin: El destino de los prisioneros alemanes en manos americanas

Los campos del Rhin: El destino de los prisioneros alemanes en manos americanas

El derecho internacional.

Durante la Conferencia de Paz de la Haya al inicio del siglo XX los Estados que se consideraban como "civilizados" se comprometieron a cumplir con una serie de derechos y obligaciones internacionales.

Esta convención internacional buscaba humanizar las guerras,y en ello acabar con el uso de la fuerza contra los indefensos. El 26 de enero de 1910 las convenciones de guerra de La Haya fueron ratificadas por todos los paises participantes, entre ellos los Estados Unidos.

Con los indefensos se incluían también los prisioneros de guerra. Sobre los prisioneros de guerra quedó constatado:

Art. 4. Los prisioneros de guerra están bajo el poder del Gobierno enemigo y no de los individuos o Cuerpos que los hayan capturado. Deben ser tratados con humanidad. Todo lo que les pertenezca personalmente, exceptuando armas, caballos y papeles militares es de su propiedad.

Art. 6. El Estado puede emplear como trabajadores a los prisioneros de guerra, según su grado y aptitudes, excepción hecha de los Oficiales. Los trabajos no serán excesivos...

Art. 7. El Gobierno en cuyo poder se encuentren los prisioneros de guerra se encarga de su sostenimiento. A falta de acuerdo especial entre los beligerantes, los prisioneros de guerra serán tratados en cuanto a alimentación, alojamiento y vestuario, de la misma forma que las tropas del Gobierno que los haya capturado.

Art. 14. Se establecerá desde el principio de las hostilidades en cada uno de los Estados beligerantes... una oficina de información sobre prisioneros de guerra....

Art. 20. Una vez restablecida la paz la repatriación de los prisioneros de guerra se efectuará en el más breve término posible.

A partir del 27 de julio de 1929 las obligaciones contempladas en los artículos de la Convención de Ginebra para la protección de los heridos de guerra se extienden a los prisioneros de guerra: Aquí queda constatado que los prisioneros deben ser tratados con las mismas condiciones básicas que las propias tropas (alimentación, alojamiento, servicios sanitarios...). Además deben estar bajo la vigilancia de la Cruz Roja Internacional. Tras la finalización de las hostilidades deben ser liberados sin demora. Los aliados firmaron todas estas convenciones comprometiéndose a cumplirlas.

Violación del derecho internacional

En 1943 se pusieron los aliados de acuerdo con tratar a los prisioneros de guerra alemanes no como prisioneros de guerra, sino como prisioneros comunes violando ya con ello el derecho fundamental.

En este sentido, el jefe del estado mayor de las tropas norteamericanas Dwight David Eisenhower, el 10 de marzo de 1945 toma la responsabilidad de Washington de no liberar los prisioneros alemanes en suelo aleman al cese de las hostilidades, sino de mantenerlos como prisioneros en calidad de “Disarmed Enemy Forces” (DEF). A partir de ahí, los prisioneros alemanes quedan privados del derecho internacional quedando su seguridad transferida a la arbitrariedad de los vencedores.

El no respeto del derecho internacional en las cuestiones de guerra es considerado como Crimen de Guerra.

Eisenhower ... criminal de guerra

Los campos

Tras el cruce del Rin en marzo de 1945, el ejército norteamericano comenzó a construir campos de concentración en la orilla occidental de esta frontera natural por indicación de Eisenhower. Amplios espacios de terreno fueron incautados a los habitantes locales, rodeados por vallas de espino y ocupados por una cifra creciente de prisioneros a medida que los ejércitos angloamericanos avanzaban por suelo alemán al otro lado del rio. Entre ellos había heridos y amputados, mujeres, niños y ancianos.

Traslado de prisioneros, finales de 1945

Listado de los campos junto al Rin:

Alzey

Andernach

dec

Bad Kreuznach

Biebelsheim

Böhl

Bretzenheim

Büderich

Büdesheim

Dietersheim

Diez

Hechtsheim

Heidesheim

Ingelheim

Koblenz

Koblenz-Lützel

Ludwigshafen

Ludwigshafen-Rheingönheim

Mainz

Mainz-Kastel

Mainz-Zahlbach

Mannheim

Mannheim-Käfertal

Mannheim-Sandhofen

Mannheim-Schönau

Mannheim-Waldhof

Miesenheim

Plaidt

Remagen

Rheinberg

Rheinheim

Schwarzenborn

Siershan

Sinzig

Trier

Urmitz

Wickrathberg

Winzenheim

Prisioneros son transportados desde Brilon a Remagen y Rehinsberg

También tras el fin de la guerra el 8 de mayo de 1945 siguieron siendo apresados soldados y civiles alemanes en distintos puntos de Alemania. Diariamente llegaban los prisioneros hacinados en vagones de ganado y en camiones y descargados tras las vallas de espino. No pocos de los prisioneros murieron ya durante el transporte.

Prisioneros recien llegados a Rehinwiesen

Entre los apresados estaban los que huyeron de los rusos hacia el Oeste, esperando un trato más humano de los poderes Occidentales. Junto a ellos también hubo aquellos civiles que ocuparon algun cargo en el partido, el Estado o la economía del regimen recién derrocado y que fueron, bajo arresto automático y sin juicio alguno, deportados a los campos de prisioneros.

El campo de Sinzig con mas de 300.000 prisioneros en una toma aerea del 25 de abril de 1945

A medida que los ejércitos aliados penetraron hacia el Este fueron abriéndose nuevos campos de prisioneros en suelo alemán.

Los campos en suelo alemán fueron:

Aalen, Baden-Württemberg Adelsdorf, Bayern Aigen, Böhmerwald Alsdorf, Nordrhein-Westfalen Altenstadt, Bayern Amberg, Bayern Ansbach, Bayern Artern, Bezirk Halle, Aschaffenburg, Bayern Asperg, Baden-Württemberg Auerbach, Bayern Augsburg-Oberhausen, Bayern Babenhausen, Hessen Bad Aibling, Bayern Bad Hersfeld, Hessen Bad Homburg, Hessen Bad Mergentheim, Baden- Württemberg Bad Nauheim, Hessen Bad Reichenhall, Bayern Bad Salzschlirf, Hessen Bad Tölz, Bayern Bad Wildungen, Hessen Bamberg, Bayern Bebra, Hessen Berchtesgaden, Bayern Berlin-Lichterfelde, Berlin-Wannsee Berlin-Zehlendorf Bischofswiesen, Bayern Brilon Bobingen. Bayern Bremerhaven-Weddewarten Bruchsal, Baden-Württemberg Bruck, Bayern Burgau, Bayern Burghausen, Bayern Butzbach, Hessen Coburg, Bayern Dachau, Bayern Darmstadt, Hessen Ebensee, Oberösterreich Elsenfeld, Bayern Ens an der Ens, Österreich Erding, Bayern Erlangen, Bayern Eschborn, Hessen Eschwege, Hessen Falkenstein, Hessen Feucht, Hessen Flossenbürg, Bayern Frankenberg, Bezirk Chemnitz Frankenberg, Hessen Frankfurt, Main Frankfurt-Niederrad, Frankfurt-Zeilsheim, Frauendorf, Bayern Freising, Bayern Friesdorf, Nordrhein-Westfalen Fürstenfeldbruck, Bayern Fürth, Bayern Gabersee, Bayern Garmisch-Partenkirchen, Bayern Gars, Bayer Gemünden, Bayern Gießen-Wieseneck, Hessen Glasenbach, Salzburg Göggingen, Bayern Göppingen, Baden-Württemberg Golling, Salzburg Gotha, Thüringen Griesheim, Hessen Großauheim, Hessen Haar, München Haid, Oberösterreich Hallein, Salzburg Hammelburg, Bayern Happurg, Bayern Hausham, Bayern Heilbronn, Baden-Württemberg Heimbach, Hessen Herborn, Hessen Herrsching, Bayern Hersbruck, Bayern Hessisch-Lichtenau, Hessen Hintersee, Salzburg Hirschberg, Hessen Hof, Bayern Hof-Moschendorf, Bayern Hohenbrunn, Bayern Hundstadt, Hessen, Ingolstadt, Bayern Ipsheim, Bayern Kamp-Lintfort, Nordrhein-Westfalen Kaprun, Salzburg Karlsfeld, Bayern Karlsruhe Katzenfurt, Hessen Kaufbeuren, Bayern Kesterbach, Hessen Kleinmünchen, Oberösterreich Königstein, Hessen Korbach, Hessen Lambach, Oberösterreich Landsberg, Bayern Landshut, Bayern Langenzenn, Bayern Langlau, Bayern Limburg, Hessen Linz, Oberösterreich Linz-Wegscheid, Lohr, Bayern Ludwigsburg, Baden-Württemberg Maisach, Bayern Manching, Bayern Marburg, Hessen Markt Bibart, Bayern Memmingen, Bayern Mittenwald, Bayern Mohlsdorf, Thüringen Moosburg, Bayern Münchberg, Bayern München München-Allach München-Daglfing München-Freimann Münster Natternberg, Bayern Naumburg/Saale, Sachsen-Anhalt Neumarkt, Bayern Neustadt, Hessen Neu-Ulm, Bayern Nieserroden, Baden-Württemberg Nürnberg Nürnberg-Erlenstegen Nürnberg-Langwasser Oberdachstetten, Bayern Oberursel, Hessen Oberursel-Hohemark Ochsenfurt, Bayern Ochsenpferch, Baden-Württemberg Peuerbach, Oberösterreich Planegg, Bayern Plankstetten, Bayern Plattling, Bayern Possenhofen, Bayern Pupping, Oberösterreich Recklinghausen, Nordrhein-Westfalen Regensburg, Bayern Reinhartshausen, Bayern Rockenberg, Hessen Rosenheim, Bayern Roth, Bayern Salzburg Salzburg Gnigl Sankt Gilgen, Salzburg Schliersee, Bayern Schnuttenbach, Bayern Schwabach, Bayern Schwabmünchen, Bayern Schwäbisch-Hall, Baden-Württemberg Schweiklberg, Bayern Stadt Allendorf, Hessen Stein, Bayern Stephanskirchen, Bayern Steyr, Oberösterreich Straubing, Bayern Stuttgart-Zuffenhausen Sulzbach-Rosenberg, Bayern Tann, Bayern Teugn, Bayern Trostberg, Bayern Tutzing, Bayern Ulm Vilshofen, Bayern Weiden, Bayern Wels, Oberösterreich Wendelhöfen, Bayern Werneck, Bayern Wickelskreuth, Bayern Wien Wiesbaden-Dotzheim Wiesloch, Baden-Württemberg Wolfratshausen, Bayern Würzburg Würzburg-Heidingsfeld Wuppertal Zell am See, Salzburg Ziegenhain, Hessen

La lista ha sido tomada de: Kurt W. Böhme, Die deutschen Kriegsgefangenen in amerikanischer Hand Europa, München 1973.

Estos campos fueron posteriormente desmantelados y los prisioneros trasladados a los campos del Rin. Finalmente entre cinco y seis millones de prisioneros alemanes fueron hacinados allí.


La situación en los campos

La situación en los campos debería ser lo suficientemente conocida, no obstante se repetirán los hechos más importantes:

– Los prisioneros no fueron registrados ni a su llegada ni durante su permanencia.

– Los campos fueron vigilados por todos sus costados, durante la noche con focos de luz. Cualquier intento de fuga era respondido con fuego a matar.

– También hubo casos en los que se disparó sin causa aparente contra los prisioneros.

– Los prisioneros se instalaron, a pesar del frio y la lluvia, sobre el suelo raso sin techo alguno. Se les prohibió construir alojamientos. No fueron entregadas tiendas de ningún tipo a pesar de que está comprobado que los norteamericanos disponían de ellas.

– Los prisioneros se cavaron agujeros para si, en los que poder cobijarse como podían de la intemperie. También estos agujeros fueron en algunos casos destruidos y el suelo de nuevo aplanado.

– No había instalaciones de limpieza. Las letrinas, hechas de hoyos y maderos, estaban junto a las vallas, dónde los prisioneros no pudieran dejar se ser vigilados.

– Durante los primeros momentos, no había alimentos ni agua a pesar de que los almacenes norteamericanos tenían alimentos suficientes y el Rin sólo se encontraba a 200 metros.

– En algunos casos los prisioneros pudieron recibir más adelante algunos alimentos de los norteamericanos: huevo en polvo, leche en polvo, galletas, chocolate en barras, café en polvo, pero como no les fue entregada agua muchos murieron a causa de enfermedades intestinales.

– Los prisioneros no tenían ningún tipo de relación con el mundo exterior, no se permitía ningún tipo de intercambio postal. A la población le estaba prohibido, bajo pena de muerte, el acercarse a los campos de prisioneros.

– La Cruz Roja Internacional no tuvo ningún tipo de permiso para acercarse a los campos. Los alimentos y ayudas que fueron enviados por la Cruz Roja Suiza fueron devueltos por instrucción expresa de Eisenhower.

– Los enfermos y los heridos fueron insuficientemente o nada atendidos mientras los hospitales cercanos no eran utilizados.

– Como personal de vigilancia fueron contratados los trabajadores forzados extrangeros (polacos, rusos, etc..). La policía de los campos consistía en antiguos prisioneros de los campos de trabajo de Speer. Los prisioneros eran diariamente humillados, maltratados y torturados por ellos.

Para una más detallada información consultar los trabajos del canadiense James Bacque, Other Losses y Crimes and Mercies. James Bacque Website

Campo de Rheinwiesen

Dos de los testimponios citados por Bacque clarifican lo suficiente la situación vivida en el interior de esos campos.

Un testimonio norteamericano:

El 30 de abril fue un dia duro. Lluvia, aguanieve y nieve se iban turnando, y todo ello con un frio que calaba hasta los huesos. Estrechamente apilonados, para poder calentarse mutuamente, se mostraban a la vista al otro lado del alambre de espino: alrededor de 100.000 hombres extenuados, apáticos, sucios, descarnados con mirada vacía, vestidos con uniformes sucios y grises, con los pies hundidos en el barro hasa los tobillos. Aquí y allá se veían manchas blancas que tras una mirada más atenta resultaban ser las vendas de heridas mal curadas. La comandancia divisionaria alemana informó que los hombres no habían comido nada desde hacía por lo menos dos días y que el abastecimiento de agua era un problema urgente – mientras ahí estaba el Rin, llengo de agua, a sólo 200 metros. (James Bacque, a.a.O., Pg. 51 f.)

Un testimonio de un prisionero alemán:

En abril fueron aprisionados cientos de miles de soldados alemanes, pero también muchos de ellos enfermos que se encontraban en hospitales, amputados, auxiliares femeninas y civiles. Un internado de Rheinberg tenía más de 80 años, el otro tan sólo nueve.... un hambre constante y una sed torturadora eran sus compañeros, murieron de disentería. Un cielo cruel los regó semana tras semana con tormentosa lluvia..... los amputados se deslizaban por el barro como anfibios, empapados y temblorosos... dia tras dia sin techo, noche tras noche permanecian desalentados en la arena de Rheinberg o morian en sus hundidos agujeros...(Heinz Janssen, prisionero de guerra en Rheinberg – James Bacque a.a.O, Pg. 52)

Los hechos muestran que la situación en los campos del Rin no era consecuencia de la arguida incapacidad de los norteamericanos, sino de la intención de acabar aquella masa de prisioneros. Todo fue consecuencia de una firme voluntad asesina y no de unas circunstancias adversas inevitables.

James Bacque afirma que el General Dwight Eisenhower fue responsable de los sucedido en aquellos campos.

"La responsabilidad por el trato que se le dio a los prisioneros de guerra alemanes en manos de los norteamericanos recae sobre el ejército de los Estados Unidos en Europa, subordinado únicamente al poder político del gobierno. Todas las decisiones sobre el trato a los prisioneros fundamentalmente tocan exclusivamente a las tropas de los Estados Unidos."(Bacque, a.a. O., Pg. 45)

El doctor Ernest F. Fisher jun., Mayor del Ejército de los Estados Unidos, escribió:

"El odio de Eisenhower, tolerado por una burocracia militar que le era dócil, produjo el horror de los campos de la muerte, algo incomparable con cualquier otro suceso a lo largo de la historia militar norteamericana. En vista de las catastróficas consecuencias de aquel odio y de la indolente indiferencia que la oficialidad de la SHAEF (del comando central de las fuerzas expedicionarias aliadas) se mostró la más dolorosa cara del ejército norteamericano." (citado por Baque en a.a.O., Pg. 17)

En julio de 1945, como consecuencia del reparto de las zonas de ocupación entre las fuerzas aliadas, los campos pasaron al control de las fuerzas inglesas o francesas según su localización. Los ingleses procuraron mejorar el trato de los prisioneros. Los franceses no lo mejoraron nada, y además comenzaron a trasladar a los hombres sanos hacia Francia para realizar trabajos forzados. Sólo unos pocos volvieron.

Esperando el final

Morir

La situación de los campos del Rin llevó en poco tiempo a unas tasas de mortalidad masivas.

Bacque escribe:

En los campos a lo largo de las orillas del Rin constataron los médicos militares desde el 1 de mayo hasta el 15 de junio de 1945 una pavorosa tasa de mortalidad, ochenta veces superior a la de cualquier otra situación conocida anteriormente por aquellos profesionales. Efectiva y escrupulosamente registraron las causas de muerte: muchos murieron por disentería y diarrea, y otros muchos por tifus, tétanos, envenenamiento de la sangre, etc. todo en cifras inconcebibles desde la Edad Media. La terminología médica no bastaba para describir la catástrofre de la que eran testigos aquellos médicos. También fueron regitrados casos de muerte por adelgazamiento o cansancio.... por enfermedad del corazón o inflamación pulmonar. (Bacque, a.a. O., Pg. 78 f.)

Todas las mañanas los muertos eran trasladados a fosas comunes fuera de los campos.

“los cuerpos de los que morían de hambre eran llevados diariamente en carros hacia lugares alejados de los campos, dónde eran enterrados apilonados en cinco niveles en largos fosos. Cuando estos eran llenados, se procedía a volver a aplanar el lugar con la tierra de los fosos con las excavadoras” (Willi Griesheimer, Die Hölle der amerikanischen Kriegsgefangenschaft, Egendruck S.2)

A ellos deben sumárseles los obscenos casos de los muertos que en un inexplicable horror cayeron y se hundieron en las letrinas sin ser salvados por nadie.

Bacque demuestra por medio de los documentos y los testimonios, que en los campos de prisioneros y de trabajo norteamericanos y posteriormente franceses murieron un total de entre 800.000 y 1.000.000 de personas. Alrededor de tres cuartas partes del total las atribuye Bacque a los norteamericanos, es decir, entre 600.000 y 750.000:

“La cifra total de víctimas se encuentra sin ninguna duda por encima de los 800.000, con casi toda seguridad más cerca de los 900.000 y posiblemente por encima de un millón. Las causas de su muerte fueron esencialmente provocadas por los oficiales del ejército norteamericano, que disponían de suficientes alimentos y otros medios como para poder manterner a los prisioneros con vida. A las organizaciones de ayuda que procuraron ayudar a aquellos prisioneros les fue prohibido el acercarse. Todo esto fue entonces ocultado y cubierto mediante mentiras.... Las actas y pruebas fueron eliminadas, maniupadas o guardadas secretamente. Esto continúa así todavía hasta la actualidad.”

La historiografía de los Estados Unidos frente a esto, habla únicamente de 5.000 muertos. La historiografía oficial alemana actual, se centra en 5.000 muertos, máximo en 10.000 pero nunca acepta un número mayor.

Esto significaría que de los cinco o seis millones de prisioneros que fueron hacinados en los campos del Rin, sólo un 0,1% no superaron las condiciones en que se vivía en los campos. No obstante una tasa de mortalidad del 0,1% corresponde a la tasa que tendría una población que viviera en condiciones normales. Para los Campos del Rin una tasa así queda totalmente descartada.

Sobre ésto está además, a pesar de todas las investigaciones, un millón de muertos alemanes en la Segunda Guerra Mundial que permanecen sin aclarar. Se trata del millón perdido. Hasta la caida del muro de Berlín estos desaparecidos fueron atribuidos a la URSS, pero cuando los rusos abrieron sus archivos en los noventa, los cuales desde por lo menos el 1946 mostraron una información inesperadamente detallada, sólo pudieron quedar aclarados alrededor de 100.000 desapariciones. Se calcula además, que durante el año 1945 alrededor de 200.000 alemanes murieron anónimamente en las extensiones de Rusia. El millón perdido permanece sin aclarar.

Bretzenheim

La cifra de alrededor de 750.000 muertos en los Campos del Rin norteamericanos puede quedar acalarada mediante un informe del Campo de Bretzenheim en Bad Kreuznach.

Campo de prisioneros de Bretzenheim

Sobre los apresados es informado

: .... a pesar de que entretanto adelgazó hasta quedar en un esqueleto, a pesar de que algunas noches miraba con ojos ardientes hacia el cielo y procuraba calcular, cuándo él pasaría a contar entre aquellos camaradas que eran extraidos por las mañanas del campo y enterrados en las largas fosas... (Rolf Spenner, Tränen, Tod und tausend Qualen, Kriegsgefangenenlager Bretzenheim, Pfaffen-Schwabenheim, 4. Auflag, 1995, Pg 38)

Otro interno en el campo escribe:

Los habitantes de Bretzenheimer vieron como desde abril hasta julio de 1945 los montones de 120 hasta 160 muertos ante la puerta y pueden informar de las cargas de estos cadáveres en camines que zumbaban hacia Galgenberg, en Kreuznach, o hacia Stromberg. (Erich Werner, Kriechsgefangenenlager Bretzenheim, Bretzenheim, 1998, 5. Auflage, Pg. 9)

Esto significa, que en el Campo de Bretzenheim en los tres meses de dirección norteamericana murieron alrededor de 15.000 prisioneros. En una cifra de alrededor de 130.000 prisioneros contendios en ése campo, el resultado que arroja es el de una proporción de más de un 11,5% de tasa de mortalidad dentro de esos tres meses en ése campo de prisioneros.

¿Cuantos murieron realmente en aquel barro? ¿Cuántos , debilitados por el hambre, fueron vencidos por el barro? Él (el barro) caía con una fuerza primordial sobre nosotros .... debilitados y sin fuerzas como estábamos, en semanas de mayo en las que la muerte recogió una gran cosecha. (E.Werner, a.a.O. Pg. 12)

Muchas de las víctimas, quizás la mayoría, fueron arrastradas por el barro y el inconsistente subsuelo hasta las letrinas, cuyo uso degeneró a causa de las lluvias a partir del final de abril en un juego de a vida o muerte. La cuestión que no puede fallar en ningúna crónica de los campos, es que en aquel tiempo, sobretodo por la noche, muchos de los prisioneros que fueron a las letrinas no volvían nunca más entre sus compañeros porque caían en aquel precipicio apestoso e indescriptible del que ya no existía ninguna salida. (R.Spenner, a.a.O., S. 37f.)

Si se calculan también los prisioneros que murieron en el barro y las letrinas, se puede llegar fácilmente a la cifra de un 15% de muertos en el campo de Bretzenheim. No existe ningún fundamento para considerar que en los demás campos, donde las condiciones eran equivalentes, hubiera una cifra de muertos inferior.

Basándose en la cifra de un total de cinco millones de prisioneros, a partir de un 15% se extrae la cantidad de 750.000 muertos en los campos de prisioneros norteamericanos en Europa en la Segunda Guerra Mundial. Esta es la cifra a la que llega Bacque, aunque su argumentación usa otras vias.

Los muertos

Cementerio militar de Lohrer Wald

Ninguna búsqueda de los muertos.

¿Dónde estan los muertos de los Campos del Rin?

Alrededor de 5.000 muertos de los campos de prisioneros fueron enterrados en cementerios locales en aquella época, exactamente la misma cifra que es aceptada por la historiografía oficial.

En el año 1953, 2.000 de esos muertos fueron transportados desde el cementerio de Galgenberg al cementerio de Lohrer Wald.

Por parte de la oficialidad no se ha considerado nunca la necesidad de buscar fosas comunes en el entorno del Rheinwiesen. Muertos que según la postura oficial no existen, no es necesario buscar.

La asociación para el cuidado de las sepulturas de guerra alemanas (Volksbund für Deutsche Kriegsgräberfürsorge) tienen las manos atadas desde la ley de sepulturas de 1952, en la que su labor quedó centrada únicamente a cuestiones de los caidos en el extranjero. En Alemania debe aguardar una orden de la administración. Una orden así no ha sido nunca dada.

Únicamente en un caso podría la asociación entrar en acción por su cuenta: cuando alguien esté en disposición de dar el lugar exacto de alguna de esas fosas bajo juramento. Cosa que no ha sucedido hasta el momento. ¿Quién, de todos modos, podría estar en situación de hacerlo? Las tropas norteamericanas enterraron a los muertos sin testigos. Sólo mediante una búsqueda profesional pueden llegar a ser localizadas.

Buscando fosas en el Campo de Bretzenheim

Sólo en una ocasión se inició la búsqueda de fosas comunes, y fue de manera no oficial.

El miembro de las fuerzas armadas y experto en fosas Otto Schmitt, de Guldental – Bretzenheim se puso como tarea desde alrededor de 1970 el clarificar la cuestión de los desaparecidos por propia cuenta.

Otto Schmitt junto a la cruz conmemorativa a los prisioneros alemanes en Galgenberg, Bad Kreuznach

Él sabía que en las tierras dónde anteriormente estuvieron los campos se han encontrado placas de identificación de soldados alemanes:

“El campesino Karl Schneider, de Sinzig, encontró en diversas ocasiones, cuando araba sus tierras situadas en la zona de los antiguos campos, placas de identificación de soldados alemanes. Hasta hoy nadie ha buscado en las fosas ni en las antiguas instalaciones de letrinas los restos de los miembros de las fuerzas armadas desaparecidos” (Helmuth Euler, Die Entscheidngsschlacht an Rhein und Rhur 1945, Stuttgart 1981 – Pg. 271)

Él tomó la decisión de inciciar la búsqueda de fosas en los campos de los antiguos campos. En la extensión de alrededor de 8 km² sólo se ha construido desde la época de los campos en uno de sus bordes: Junto a la carretera hay un monumento conmemorativo de1966 .

Monumento conmemorativo "Campo de los lamentos" Bretzenheim, Bad Kreuznach. Construido en recuerdo de los alemanes muertos como prisioneros de guerra

Por lo demás esta tierra sólo ha sido usada como antaño para el cultivo y el pastoreo.

En otoño de 1985 Otto Schmitt comenzó, tras consultar con el propietario, Otto Tullius, en el emplazamiento de las antiguas letrinas los primeros trabajos de prospección. El interes de los habitantes de la zona y de la prensa local se despertó. ¿Se lograría rescatar a los muertos desaparecidos desde hacía casi medio siglo?

Veto

Poco después del comienzo de las pesquisas, cuando todavía no se había encontrado nada, llegó una visita inesperada: Una delegación de la admnistración local de Bad Kreuznach transmitió un escrito en el que se comunicaba que aquellas tierras quedaban dentro de los terrenos protegidos por la ley de patrimonio nacional y que por lo tanto cualquier excavación o manipulación de ellas quedaba prohibido.

Otto Schmitt se vió obligado a abandonar su trabajo.

El 27 de octubre del año siguiente, 1986, se ratificó y reforzó la ley de patrimonio sobre las tierras del campo de Bretzenheim.

Todas las solicitudes que Otto Schimtt presentó para poder continuar con su trabajo fueron rechazadas por diversos motivos. Finalmente, al inicio de los noventa y derrotado por la Administración, abandonó su estéril lucha.

Enlaces:

James Bacque Site

Die Rheinwiesenlager

 

Fuente original del artículo: ADECAF

Novedades editoriales (2014)

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Ratas Negras: Historia de los estudiantes nacionalistas en francia (1965-1995)

pedidos: Ediciones Fides

Patria y Libertad: La vanguardia juvenil contra Allende

pedidos: Editorial Barbarroja

Rafael Garcia Serrano: La fidelidad como norma

Rafael Garcia Serrano: La fidelidad como norma

"Hay escritores con mala estrella", decía en 1970 Antonio Iglesias Laguna al tratar el tema de la obra narrativa de Rafael García Serrano. En efecto, la obra periodística de este escritor, tan influyente en su tiempo como objeto de polémicas y discutida después, ha oscurecido su excelente trabajo de novelista, que, pese a todo, le acompañó durante toda su vida. Su primera obra literaria, Eugenio o proclamación de la primavera, es de 1938, en plena guerra civil, en la que García Serrano, falangista desde 1934, participó en un principio y de la que le apartó después una grave enfermedad; la última, V centenario, es de 1986, apenas anteayer. Entre ambas existe una larga trayectoria compuesta de miles de trabajos periodísticos, de libros de viajes, reportajes, misceláneas, cinco novelas más y algunos libros de relatos. Una obra de calidad, personal, perfectamente subjetiva y hasta perturbadora siempre para todo aquel que no esté de acuerdo con él. Pero que constituye un testimonio de cierta magnitud, un fenómeno estético indudable, y revela una parte necesaria de nuestro legado cultural.Esa mala estrella a la que se refería Iglesias Laguna proviene precisamente de que se trata de una obra inmóvil, rígida, estática y fiel a sí misma del principio al fin. Con frecuencia se ha adscrito la literatura de Rafael García Serrano al tremendismo que estuvo más o menos de moda en la primera posguerra. Pero al pasar el tiempo tengo muchas dudas no sólo sobre la adscripción de García Serrano a aquel tremendismo, sino también sobre la posible existencia de aquel movimiento en concreto. Todos los conflictos bélicos provocan reacciones tremendas, de uno u otro lado, y al fin y al cabo Sin novedad en el frente, Cruces de madera o Los desnudos y los muertos son obras tan tremendas como las guerras que las provocaron.

Falangismo

Lo que sucede con Rafael García Serrano y su obra tanto periodística como estrictamente literaria es que no se movió un ápice de sus posiciones iniciales, de ese falangismo al que tan tempranamente se adhirió y que fue la razón de ser de su vida y de su obra. Tanta y tan tremenda fidelidad perturba y aplasta, desde luego, sobre todo a espectadores y lectores al uso, acostumbrados a tanto giro y tanto cambio, a tanta vuelta de chaqueta, a tanto matiz y a tanta y tanta sutileza mental que intenta justificarlo todo. García Serrano es el mejor y más puro de todos los escritores falangistas que España ha tenido. El falangismo se ha identificado con el franquismo, pero ello es una simplificación, o con el fascismo, lo cual es una falsificación. Hasta en plena victoria, La fiel infantería (1943), que fue premio Nacional de Literatura, molestó a grandes sectores de vencedores y fue al final prohibida y censurada por iniciativas eclesiásticas. Plaza del castillo (1951) mostraba la Pamplona natal del escritor en los días del estallido de la rebelión franquista, en una estructura no por parcial mal construida. Para mí, los mejores relatos de García Serrano son Los ojos perdidos (1958) y La ventana daba al río (1963), narraciones donde el lirismo se superpone a la especial épica del escritor. Pero García Serrano, que ganó la guerra y no hizo más que decirlo sin parar, perdió la democracia, de la que abominó hasta el final, como lo muestra en esa novela de V centenario, excesivamente complicada y artificial. Su rebeldía inicial desembocó en una perpetua protesta y, al final, en la amargura total. Pero entretanto nos dio ese inimitable Diccionario para un macuto (1964) y La gran esperanza (1983).Pero no se le puede ignorar. Fue un gran prosista, un excelente narrador, un escritor de calidad y un testigo de la mitad de nuestro pasado, con sus exaltaciones, insultos, imprecaciones consabidas, pero con momentos de rara y excepcional poesía. Negarlo es negar esa mitad de nuestro pasado, parcializar nuestro presente y falsificar nuestro futuro. Y aceptarlo será conocemos mejor y saber por qué somos lo que hemos decidido ser, si es que lo somos. Y el placer de la lectura se da por añadidura.!

 

Fuente: El Pais

En la foto, falangistas navarros en la Plaza del Castillo (1936)

Una de idiotas: Según la prensa, grupos neonazis usan al Monstruo de las Galletas para captar niños

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En la prensa: 20 minutos y el Correo ... ¡¡ A la hoguera con ellos !! dijo un tolerante