Una revisión del fascismo: La corriente Evoliana o tradicionalista (Ernesto Milá)
A mediados de los años 50 un grupo de jóvenes, apenas unas decenas, deciden separarse del Movimiento Social Italiano, achacándole una política de inserción en las estructuras democráticas, abandono de toda línea revolucionaria y ausencia de esquemas estratégicos elaborados a largoplazo. Entre ellos están los que años más tarde constituirán la fracción más radical del neo-fascismo italiano: Clemente Graziani y Pino Rauti, Stefano della Chiae, Serafino di Luia, etc.
Inicialmente el movimiento adoptó el nombre de Centro de Estudios «Ordine Nuovo» editando unarevista del mismo título. Más adelante hablaremos de la historia y vicisitudes de esta organización,de sus relaciones internacionales y de sus acciones más espectaculares, ahora, en este capítulo tienen importancia para nosotros desde el momento en que su escisión no fue únicamente motivada por discrepancias estratégicas y operativas, sino, en buena parte, por diferentes concepciones ideológicas: de una parte el neo-fascismo atenuado y parlamentario del M.S.I. y de otra el neo-fascismo más radical, preconizado por el filósofo Julius Evola, que constituyó el basamento ideológico de «Ordine Nuovo» primero, de «Avanguardia Nazionale» luego, y de los sectores más dinámicos del M.S.I., para extender más tarde su influencia a la mayoría de naciones occidentales que, bien disponen de partidos y ligas inspiradas por Evola o bien gestan el fenómeno bajo la forma de «Centros de Estudios Evolianos».
1. Julius Evola : filósofo de la tradición
¿Quién es Julius Evola? El filósofo de la Tradición Occidental como gustan llamarle sus partidarios, sin duda alguna, y ésta es su sorprendente historia: Nacido en Roma el mismo año que España perdía sus últimas colonias en América, muere el 11 de junio de 1974; un mes después un grupo de jóvenes admiradores, siguiendo sus instrucciones testamentarias, escalan el monte Rosa, situado en el norte de Italia y depositan sus cenizas en un hoyo profundo practicado en un glaciar. Su residencia de Corso Vittorio Emmanueleen Roma se ha convertido en un lugar de peregrinación para los jóvenes neo-fascistas italianos de los que fue su «maestro iniciático».
Evola participó en los movimientos vanguardistas de principios de siglo, no fue ajeno al dadaísmo, se dedicó durante un tiempo al estudio del arte abstracto. Posteriormente abandonó estos arrebatos juveniles interesándose por el estudio de tres filósofos extremadamente populares en el primer cuarto de siglo: Nietzsche, Otto Weininger y Michelstaedter. De esta época, fijada entre 1923-1927, datan sus primeros escritos: «Ensayo sobre el idealismo mágico», «El hombrecomo potencia», «Teoría del individuo absoluto», etc. Participa con el esoterista francés Rene Guenon en la constitución y desarrollo del «Grupo de Ur» cuya revista dirige. En este período ya ha orientado lo que luego le ocuparía completamente: el estudio de las antiguas tradiciones y culturas intentando rescatar aquello que hoy pudiera ser salvado a fin de que sirviera como punto de referencia a una eventual «revuelta contra el mundo moderno».Cuando el fascismo sube al poder en Italia, Evola se encuentra absorto en estas investigaciones; jamás se adherirá al partido fascista y mucho menos ostentará cargos oficiales enel aparato del régimen mussoliniano. Por el contrario, su obra será vivamente contrastada e inclusocriticada por el Régimen. Su revista «La Torre» prohibida y clausurada. Su libro «Imperialismo pagano» atacado oficialmente a fin de evitar roces con el Vaticano con quien el gobierno fascista estaba a punto de firmar los pactos de Letrán.
Evola consideraba al fascismo demasiado volcado hacia el culto a las masas, para él algunas motivaciones del fascismo eran puramente una prolongación de los males liberales y socialistas. No veía en el régimen fascista una promesa de futuro sino más bien una situación temporalista imposible de prolongar en el tiempo. Por último,cuando Giovani Gentile se convirtió en el filósofo oficial del régimen, advirtió el peligro de realizar constantes referencias a Hegel y a un culto naturalista a la Patria. No obstante en algunas esferas encontró colaboración, incluso Mussolini, a quien conoció personalmente, profesaba por él una viva simpatía considerándolo un crítico leal al régimen.
Las tesis de «Imperialismo pagano» y posteriormente en otras obras en las que hacía explícita referencia al fenómeno fascista («El mito de la sangre», «Síntesis de la doctrina de la raza»,trabajo muy apreciado por Mussolini, e «Instrucciones para una educación racial») se concretan en lo siguiente: el fascismo al ser un movimiento antidemocrático, luego antiliberal y antimarxista,corre el riesgo de no lograr una proyección temporal y limitarse a un mero fenómeno de reacción pasional; esta circunstancia sólo logrará ser superada si el fascismo consigue unir sus actitudes políticas y meramente contingentes a una superior visión del mundo y de la Historia, o por emplear el término tan caro a Spengler, a una «Weltanschauung» la cual no se trata de crear sino, más bien, de rescatar inspeccionando las antiguas religiones seculares de los pueblos arios, sustradiciones y sus interpretaciones sociales. Sólo de esta forma, para Evola, se conseguirá proporcionar al fascismo una doctrina meta-política coherente y se evitará que, por degeneración, cansancio o subversión, el régimen fascista se erosione, desgaste y diluya.
Todavía más: cuando el régimen fascista llegó al poder Evola vio en él y en sus referencias constantes a la tradición del Imperio Romano, a la mística de los legionarios, al culto a la antigüedad clásica, un punto de referencia que, si bien inconsciente y bastante retórico, podía servir como vehículo para una restauración de los valores tradicionales. No se trataba, en definitiva, de realizar una trayectoria seguidista con respecto al fascismo, sino de superarlo. Su principal obra data de 1934. «Revuelta contra el mundo moderno» ha sido definida como el centro de una rueda de la que parten los radios que son el resto de sus obras. Traducido a varios idiomas, tuvo inicialmente más éxito en la Alemania nazi que en Italia, en la actualidad es lectura obligada para todo neo-fascista que se precie. El libro, según el mismo Evola, es «un estudio de morfología de la civilización y de filosofía de la historia. La palabra "revuelta" es sobre todo una consecuencia del libro más que de su contenido propiamente dicho».
2. El «pesimismo heroico» o la revuelta de Prometeo
La tesis central del libro es el dualismo de las civilizaciones: unas de orden descendente, antitradicionales, sustentadas en principios materiales y contingentes y otras ascendentes basadas en valores eternos, de orden. Lo podemos comparar en importancia al «Anti-Dhüring» o al «Origen de la familia, la propiedad y el estado» marxistas. La conclusión es que nos encontramos al final de un ciclo y al principio de otro, haciendo falta forjar elementos humanos capaces de estar a la altura de los valores eternos de orden y autoridad de los que serán transmisores a las generaciones venideras, unos valores que no sólo deben ser teóricos sino que deben encontrarse en esencia y existencia en el seno de los hombres que los defienden. De ahí la importancia de Evola para las franjas más radicales del neo-fascismo, su doctrina no tiene valor fuera de la persona que la defiende, no pretende triunfar políticamente porque parte de la base de que este ciclo histórico está condenado y un apocalipsis espera ineluctablemente al final del trayecto; la larga marcha que el militante de extrema-derecha, o mejor, que el combatiente «tradicional», debe seguir a lo largo de su existencia no es más que la búsqueda de ese perfeccionamiento que puede realizarse por el combate político de la misma forma que en la Edad Media el caballero del Grial mediante el enfrentamiento con peligros y riesgos en la búsqueda del cáliz de la sangre de Jesucristo quedaba transformado, perfeccionado y superada su condición humana, importándole objetivamente más esa transformación interior que el mismo hallazgo del Grial. Podríamos definir todo el contexto evoliano como un «pesimismo heroico», la revuelta de Prometeo contra los dioses en su negativa a aceptar el destino marcado por éstos.
Evola coincide en la mayor parte de sus teorías con la tendencia imperante en los más altos y secretos escalones de las «S.S.». Noble de origen, el barón Julius Evola fue muy bien recibido en el «Herrenclub» (Club de los Señores) de Prusia, estudió detenidamente las doctrinas de Enrst Jünger sobre la «revolución-conservadora» (es decir sobre la restauración por vía de la revolución de los valores «eternos» y que una vez instaurados merecen ser conservados), publicó varias traducciones de sus obras al alemán y en aquellas latitudes su obra tuvo más repercusión incluso que en la misma Italia. Conoció las corrientes iniciáticas y subterráneas que trabajaban en el seno del Partido Obrero Alemán Nacional Socialista y muy especialmente en sus formaciones de élite, las S.S. Fue precisamente en Viena, al final de la guerra, cuando se encontraba trabajando con altos oficiales del «Cuerpo Negro» sobre los archivos de la masonería requisados por los alemanes en toda Europa, cuando le sorprendió un bombardeo. Evola, despreciaba bajar a los refugios, juzgaba que había que mantenerse firme ante la adversidad, en aquella ocasión, las bombas aliadas destruyeron el edificio en que se encontraba, quedando gravemente herido. Una parálisis de piernas producida por una lesión en la columna vertebral le marcaría hasta su muerte
3 La obra de Julius Evola
Detenido por los aliados, considerado «hombre peligroso», colaboró con los Fascios de Acción Revolucionaria, primeros núcleos clandestinos que se organizaron tras la derrota germano-italiana de 1945. En 1949 fue juzgado como inspirador ideológico de los F.A.R. y un año más tarde, cuando comprobó que los jóvenes neofascistas vivían un formidable vacío ideológico, decidió escribir un pequeño volumen, de 20 páginas, titulado «Orientaciones» que puede ser considerado como el manifiesto ideológico del evolianismo. Las 11 tesis mantenidas en «Orientaciones» fueron desarrolladas en el libro que más importancia tiene para los neo-fascistas: «Los hombres y las ruinas». Más tarde separó sus concepciones de las puramente nazi-fascistas en «El fascismo, notas sobre el Tercer Reich». Extarordinariamente pródigo en sus últimos años, publicó en 1958 «Metafísica del Sexo», actualmente traducido a varios idiomas y que intenta interpretar el fenómeno de las relaciones sexuales a través de la historia. En 1961 aparecerá «Cabalgar al tigre», texto en el que pondrá al trasluz todas las corrientes modernas en el arte, la música, la literatura, las ciencias, la filosofía,etc. A éste seguirá el «Arco y la clave» y por último una autobiografía titulada «El camino del cinabrio».
Ciencias herméticas, magia, ocultismo, sexología, literatura de vanguardia, ecología, historia de las religiones, estrategia política, interpretaciones de la historia, todo esto está contenido en las aproximadamente 50 obras que escribió Evola a lo largo de su vida. En sus últimos años vivió momentos de notoriedad, especialmente al fraguarse el fenómeno de la contestación juvenil. Apareció, bien es cierto, la nueva izquierda, agresiva y contestataria y el neo-fascismo se vio rebasado, tuvo que recomponerse y esto no lo logró —al menos en Italia— sino hasta que aceptó íntegramente las tesis de Evola. En 1968 en las universidades italianas aparecían pintadas en las que se podía leer: «Evola, Sorel, Drieu la Rochelle», tales eran las referencias ideológicas del neo-fascismo más cultivado; en una famosa asamblea universitaria fueron contrastados los pensamientos de Mao y los de Evola, llegándose a la conclusión de que ambos proponían una lucha integral contra el Sistema. En los últimos años su cotización subió en todo occidente. El neo-fascismo empezó a abandonar las tesis que hasta entonces habían sido centrales a nivel europeo, las contenidas en las resoluciones del Nuovo Orden Europeo. Hoy esta tendencia sigue acentuándose y se extiende como una mancha de aceite salpicando incluso a la América Latina.
4. El nudo del pensamiento evoliano
¿En qué consiste el pensamiento de Evola? ¿Cuáles son sus divergencias con respecto al fascismo histórico? Habría que empezar definiendo qué es lo que se entiende por «Tradición». El concepto que en España se tiene de Tradición viene marcado sistemáticamente por las referencias al tradicionalismo carlista, es decir, una doctrina basada en fuentes históricas, noticias, costumbresde la España de siglos pasados.
Cuando los neofascistas hablan de «Tradición» se refieren a un concepto más amplio y no circunscrito a una sola nación.«Tradición» representa —para ellos— una entidad más metafísica que histórica, concebida en términos distintos a los que hoy asume el hombre moderno, es una concepción del mundo que se hace un determinado conjunto humano y en función de la cual se ordenan todos los actividades y organización social. La «tradición» en este sentido se reconoce en distintas épocas históricas, la Grecia y Roma clásicas, la Edad Media gibelina, en comunidades y pueblos prehistóricos, y en todo el mundo indo-europeo. Épocas todas en las que la vida y actividades de los hombres estaban volcadas hacia «lo alto», el poder político, por ejemplo, emanaba de la divinidad para ser utilizado para integrarse en ella, por medio de la jerarquía, del orden y de la autoridad. Estas concepciones, a medida que nos remontamos a las épocas más antiguas, están mejor plasmadas en los principios éticos y sociales de las culturas respectivas, a medida que nos acercamos a nuestros días, estos principios van degenerando siendo sustituidos por otros de carácter progresivamente más materialista, más volcado hacia «lo bajo», hacia el goce de los principios materiales, la utilización de los recursos de la tierra para el beneficio, el lucro y la usura, etc. Esta tendencia ha tendido a aumentar especialmente a partir del renacimiento, cuando culminó la formación de los primeros estados nacionales que rompieron la unidad definitivamente de Occidente.
La ruptura entre estas dos concepciones y el anuncio del triunfo de las fuerzas disolventes tiende a fijarse en 1789 cuando la monarquía decadente de la Francia revolucionaria es descabezada en las guillotinas a la mayor gloria de la libertad, igualdad y fraternidad. Posteriormente, la revolución rusa significó un estadio mayor de decadencia que todavía tiende a sus últimas consecuencias: el reinado sobre el planeta de un gobierno mundial, materialista,masificador y despersonalizador cual es el comunismo. Como se puede advertir estamos ante un «progresismo a la inversa», un progresismo puesto frente a un espejo. En efecto, mientras éste nos habla de que estamos en marcha constantemente ascendente, los partidarios de Evola afirman justamente lo contrario, sí, es posible que en lo referente a los bienes de consumo estemos gozando un período de plenitud y desarrollo, pero estos bienes no son más que accesorios, la única realidad es que a medida que pasa el tiempo desaparecen las referencias existenciales y el mundo degenera hacia el materialismo.
La historia es interpretada de una forma cíclica en la que se encuadra este proceso de regresión: en todas las tradiciones cuatro eran las castas en las que estaban divididos los pueblos, la de los sacerdotes, la nobleza guerrera, los comerciantes y los esclavos. Pues bien, Evola advierte en la historia lo que él llama «proceso de regresión de las castas»: inicialmente la casta de los sacerdotes constituía un poder demiúrgico, representantes de la divinidad, ejercían por esto precisamente un poder terrenal que basaban en su supremacía espiritual. Poder divino y humano estaban íntimamente unidos. Como era de prever, se produce una lenta degradación de esta casta que va cediendo puntos hasta que por fin, Jesús de Nazaret le da definitivamente la puntilla cuando, ante escribas y fariseos, afirma: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios», de esta forma, la autoridad temporal queda privada de su base espiritual. «A quién obedecer entonces? A la casta inmediatamente inferior: la aristocracia guerrera.
En esta regresión,el poder pasa de los sacerdotes a los guerreros, a aquéllos que sin ser los mejores, los más morales, los más justos, son, eso sí, los que detentan el poder con las armas, asesorados por monjes, puestas sus espadas al servicio de ideales nobles, se gesta el fenómeno de la caballería medieval y, como intentando volver a la primera casta, los caballeros templarios se constituyen en «mitad monjes, mitad soldados», frase enunciada por José Antonio y verdadero norte existencial de los jóvenes neo-fascistas.
Pero, no podía ser de otra forma, también esta aristocracia guerrera decae paulatinamente, siendo sustituida por la casta definitivamente inferior: la burguesía comerciante exaltada al poder en 1789, cuando ésta se vea también, degradada, será la última, la casta de los esclavos, es decir de aquellos que no poseen otra cosa más que su trabajo, quien tomará el reemplazo. El asalto de los guardias rojos a la fortaleza del Zar en 1917 marca elprincipio de esta etapa hoy en fase de conclusión.
Ahora bien, culminada la última fase del «Kali-yuga» según la mitología indoaria, de la «Edad de Hierro» anunciada por Platón, de la «Edad del Lobo» de las sagas nórdicas, aquella fase en la que la caída de la cultura es ineluctable, se producirá un nuevo despertar, una aurora de esplendor en la que «caerán las vendas de los ojos de los hombres» y «los que han estado velando en la noche oscura se encontrarán con los que han nacido en el nuevo amanecer», poéticas expresiones que señalan y justifican los móviles y la existencia de los jóvenes neo-fascistas.
Su misión hoy no es otra, empleando palabras de Evola, que la de «mantenerse en pie en medio de un mundo en ruinas», pero esa presencia necesita lucha, acción, activismo, no rendirse al fatalismo de los tiempos, ni al fin lógico del «Kali-Yuga», sino combatir armado de los valores existenciales y eternos de la Tradición, aquellos que merecen no solamente ser conservados, sino que además alumbrarán futuras épocas. Pero hay algo más: esa lucha, independientemente de los resultados, será la que logrará la transformación interior de los militantes y eso es, en definitiva, lo que cuenta.
Los caballeros del Grial golpean de nuevo...Como se puede advertir a primera vista esta concepción difiere esencialmente de la doctrina oficial del fascismo. No hay que olvidar que el fascismo mantuvo una posición «social» que, hasta muy avanzada su acción, no completó con una doctrina filosófica relativamente poco estructurada. Al principio de su andadura el fascismo no fue más que una especie de socialismo radical patriótico. Basta leer los primeros manifiestos de los Fascios de Mussolini. En cuanto al nacionalsocialismo alemán apenas pasó de ser un pangermanismo social hasta bien iniciada la guerra mundial cuando se gestó en su interior el fenómeno de las S.S. europeas.
5. Fascismo y evolianismo
No es ésta la única diferencia entre fascismo histórico y neofascismo tradicionalista, hasta ahora lo examinado afecta únicamente al origen de una y otra corriente. Por supuesto que existen más diferencias ideológicas y pragmáticas que completan la visión de Evola y de sus partidarios,de «Ordine Nuovo», «Avanguardia Nazionale», y demás múltiples círculos (en España, por ejemplo, el grupo constituido en torno a la revista «Graal», nombre significativo, representa a esta tendencia) que pueden ser considerados como «revisionistas» del fenómeno fascista que toman como punto de partida, superándolo. El fascismo habló de Estado Totalitario y los neo-fascistas nos exponen la noción de Estado Orgánico. La diferencia entre una y otra concepción se centra en que el Estado Totalitario en su aplicación práctica cae en una mecánica centralización, en la burocracia de los funcionarios del partido y en la masificación y uniformización, mientras que el Estado orgánico debe consistir en una federación de distintas comunidades autónomas (municipales, obreras, estudiantiles,gremiales, etc.) articuladas por un poder superior, el Estado, que las vertebra y orienta en cuanto es unidad integradora. A este respecto Evola escribía en «Los hombres y las ruinas»:
«El totalitarismo no representa más que la imagen contrahecha del Estado Orgánico. Es un sistema en el cual la unidad está impuesta desde el exterior, no en base a la fuerza intrínseca de una idea común y de una natural y reconocida autoridad, sino por la vía de la intervención directa,y de control que se transforma en un poder político que se afirma como la única y extrema razón del sistema».
Cuando los fascistas históricos hablan del Duce, de la figura del Führer, los «revisionistas» del fascismo, los partidarios de Evola, responden con dos palabras únicas: «élite revolucionaria», una nueva distinción entre ambas corrientes. La figura del Duce, del líder es connatural al fascismo, sería impensable sin ella, sin embargo, también es cierto que un fascismo o un nazismo sin los Mussolini o Hitler sería no menos inconcebible. Pero para que un régimen pueda perpetuarse en el tiempo es imprescindible que la vida del partido, de la organización supere a la vida media de sus dirigentes. El mecanismo de reemplazo no existe en los regímenes fascistas, en teoría se habla, eso sí, de minorías rectoras, de clase política dirigente, etc., en la práctica todo depende del líder, desaparecido éste, desaparece el régimen. «Ordine Nuovo» y Evola nos hablan de la élitere volucionaria, de aristocracia política frente a culto a la personalidad, a la mitificación del jefe.
Esta «élite revolucionaria» se forjará en la lucha, en la larga marcha hacia el orden nuevo, no será preciso personalizar el poder en una sola figura sino depositarlo en manos de esta minoría en constante renovación y cuyos hombres tengan las características que ya hemos definido anteriormente. Por último en el problema racial aparece nuevamente la diferenciación entre la ortodoxia y el evolianismo. Evola y sus partidarios distinguen entre racismo zoológico y racismo espiritual. El racismo tal y como se expresó en los regímenes fascistas no era otra cosa más que la idea de una raza pura, en sentido biológico y zoológico, que asentada en un determinado territorio formaba una Nación. La identidad de esa Nación y su continuidad histórica venían en función de que pudiera evitar todo mestizaje.
Esto carece de valor para la corriente tradicionalista, en primer lugar, según declaró Clemente Graziani, al ser interrogado por el malogrado juez Occorsio en su proceso, «por el simple hecho de que las razas puras no existen»
La importancia del factor racial es más bien soreliana, es decir, se utiliza el «mito de la sangre» como mito antidemocrático «capaz de suscitar fuerzas que se opongan al proceso de nivelación en curso en el mundo moderno» tal como explicó Clemente Graziani, y «se trata de un mito antidemocrático que redescubre los valores del orden y de la diferencia» según escribió Evola. La antigua raza indo-europea, la raza aria, mantenía una serie de características psicológicas y costumbres propias que son estudiadas y asumidas a modo de factores que puedan posibilitar una revuelta antidemocrática. La democracia al ser igualitaria es profundamente niveladora, la raza, por el contrario, es un concepto aristocrático.
Escribe Evola: «Hasta ayer, la "raza" era un concepto aristocrático: ser de "raza" y ser noble, perteneciente a una élite dada, cerrada y hereditaria, eran casi sinónimos y la "sangre" era el único privilegio. La nueva concepción racista, según la cual la raza tiende a hacerse sinónimo de "pueblo", de "nación" mediante esta generalización, amenazacon destruir a este último resto, no de una u otra supervivencia histórica, sino del principio, convertido y concebido "una raza única", desaparece toda diferencia e incluso la antigua noción aristocrática de la sangre se transforma en un instrumento de nivelación»
En cuanto al problema judío, los partidos y organizaciones inspirados en los principios de la Tradición definidos por Evola, la diferenciación con respecto a la actitud que antaño hizo gala el fascismo es notoria. Se coincide, sin embargo, con Hitler cuando afirma que «El antípoda del ario es el judío», pero no se retiene aquí un concepto biológico o racial, sino psicológico. Así, por ejemplo, los nuevos nazis, ven en el burgués la personificación del prototipo judío, antes incluso que en el judío propiamente dicho.
Evola, por su parte, advierte estas características (no en vano había colaborado en «La Torre» con varios kabbalistas y esoteristas hebreos) en el seno de la civilización americana identificando hebraísmo y americanismo. Y en «Revuelta contra el mundo moderno» analiza el papel disgregador, a su juicio, que el elemento hebreo ha jugado a lo largo de la Historia convirtiéndose en un factor de decadencia.
Los grupos y organizaciones de esta corriente no admiten fácilmente el antisemitismo clásico,no juzgan que tenga importancia discutir sobre la falsedad o autenticidad de los famosos «Protoco los de los Sabios de Sión», una de cuyas ediciones, antes de la guerra, fue traducida y prologada por el mismo barón Julius Evola. No ponen demasiado énfasis como hacían los nazis históricos en el concepto de «conspiración judía», les basta tener constancia de que existen ciertas fuerzas ocultas que mueven la historia y que no son más que la representación contingente y «operativa»del principio negativo que localizan antes a nivel metafísico.
6. El evolianismo triunfa
Como ya hemos dicho la importancia de esta corriente ideológica está en crecimiento constante, prosiguiendo la curva ascendiente que empezó a finales de los años 60 en Italia. Editoriales como «Edizioni Europa», «Edizioni di AR», revistas como «Arthos», «Raido»,«Templum», «Orientamenti Tradizionali», «Euro-pae Imperium», «Quaderni del Veltro», «Vie dellaTradizione», «Europa Civilta», «II Conciliatore», «La Legione», grupos como «Rivoluzione Tradizionale», «Azione Tradizionale», los Centros de Estudios «Ordine Nuovo», amplias franjas del M.S.L, los grupos extraparlamentarios en su totalidad están impregnados del pensamiento tradicionalista de Julius Evola.
En Méjico la revista «Año Cero», dirigida por Luis Ontiveros,ampliamente difundida en los ambientes nacionalistas mejicanos representa no sólo la primera tentativa seria de extender el pensamiento evoliano a América Latina, sino la primera organización neo-fascista mejicana que no hace una explícita referencia al catolicismo integrista.
El Círculo de Amigos de «Ruta Solar» y la revista «Graal» son en España la iniciativa tradicionalista mejor cimentada. «Graal», publicación dirigida por Jesús Palacios de Madrid e integrada por antiguos miembros de C.E.D.A.D.E. disidentes de la línea de seguidismo con respecto al Nuevo Orden Europeo de esta organización, iniciaron a principios de 1977 su trabajo de divulgación; en la actualidad han traducido y editado el folleto titulado «Orientaciones», básico para comprender el pensamiento evoliano.
Los «Cuadernos de Arya» editados en Canadá, y en el mismo país el grupo «Odinist Movement», el primero formado por italianos residentes en Canadá ha publicado hasta la fecha folletos de títulos tan significativos como «Tradiciones de los indo-arios» y «La cruz mística» (la cruz gamada); el Movimiento Odinista hace especial referencia a las tradiciones nórdicas, manteniendo una postura más próxima a Nietzsche que a Evola, pero sin embargo por la particular forma de tratar el problema racial y ético entra también en esta corriente.
En Francia, León Colas anima un Centro de Estudios Evolianos que mensualmente publica una revista y monografías esporádicas.
La lista está inacabada pero tiende rápidamente a aumentar. La ventaja del enfoque evoliano es doble: por una parte se distancia del fascismo histórico compartiendo sus aciertos pero no sus errores, por otra parte ofrece un enfoque ideológico totalmente nuevo y original, habla sobre unos temas muy en boga entre la juventud actual(sexualidad, ciencias tradicionales, esoterismo, contracultura, etc.) que hacen factible la recuperación para el fascismo de parte de la juventud inconformista e inadaptada.En esto, como veremos a continuación, compite con la extrema-izquierda.
Notas:
6
Memoria defensiva de Clemente Graziani. Ediciones Ordine Nuovo, Roma.
7
Julius Evola, «Orientaciones». Ed. Graal, Madrid, pág. 21.
Ernesto Cadena "La ofensiva neofascista" (1978)
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