El caso Mario Tuti: El prototipo de activista clandestino (Ernesto Milá)
El 23 de enero de 1977 una treintena de miembros del Fronte Nazionale Rivoluzionario,organización clandestina constituida por los militantes toscanos de Ordine Nuovo una vez puesta fuera de la ley esta organización, se reunían en un bosque cercano a Arezzo. Entre ellos se encontraba Augusto Cauchi, dirigente toscano de Ordine Nuovo. También asistió un militante venido de Empoli, poco conocido en los turbulentos ambientes neo-fascistas, Mario Tutti.
Una cosa era clara para los hombres del F.N.R.: había pasado la hora del reparto de octavillas y de las pintadas callejeras, de la pesada y poco productiva tarea de agitación y propaganda. Por otra parte la disolución de Ordine Nuovo, los estallados dinamiteros de Ordine Nero, la detención de varios centenares de militantes de extremaderecha no daba otra salida más que la lucha armada.Desde hacía varios meses el grupo «ordinovista» de Arezzo se había mostrado el más combativo de toda Italia.
Sus hombres habían acumulado citaciones judiciales hasta cifras increíbles. Más de medio centenar de atentados en menos de un año, innumerables enfrentamientos con izquierdistas, democristianos y carabineros, una amplia experiencia en el combate clandestino y un ciego fanatismo, eran las cartas que jugaban los activistas de Arezzo.Mario Tutti tema también algo importante en su haber: totalmente desconocido, considerado por sus amigos y compañeros de trabajo como apolítico, poseedor de abundante material terrorista, había cometido una veintena de atentados y ningún proceso en curso; tales eran sus ases.
En la reunión en el bosque de Arezzo se adoptaron dos resoluciones: intensificar la lucha armada dinamitando la Cámara de Comercio de Arezzo y secuestrar un avión comercial a fin depedir la libertad de Giorgio Fredda y Giovanni Ventura, cuyo proceso por el atentado de la Bancade Agricultura de Milán estaba teniendo lugar durante esos días.Luciano Franca y Piero Malentachi fueron encargados de retirar los explosivos del arsenal clandestino situado en plena montaña. Cauchi debía estudiar el asunto del secuestro aéreo. El resto de activistas regresaron a sus puntos de origen discretamente. Sabían que la policía les vigilaba de cerca y que les responsabilizaba de la ola de atentados que sacudía la Toscana, pero carecía de pruebas concretas. Había, pues, que extremar las medidas de seguridad.
Desgraciadamente para Franci y Malentachi la policía había descubierto casualmente el arsenal de armas y explosivos. Ambos fueron detenidos en el momento en que procedían a retirar una buena cantidad de cartuchos de plástico. Los interrogatorios fueron tan breves como duros; al
terminar, se pusieron en claro todos los planes y vinculaciones del neo-fascisimo toscano. La policía se dispuso a proseguir su acción, provista ya de los datos y pruebas que necesitaba.La redada fue espectacular, una veintena de neo-fascistas resultaron detenidos y el grueso del F.N.R. desarticulado. Augusto Cauchi, Marco Affatigato y un tercer activista lograron eludir la represión policial a pesar de que una treintena de carabineros armados cercaron sus domicilios respectivos. Más adelante volveremos a encontrar a Cauchi en el cerro de Montejurra, pero ésta es otra historia.
Aquella mañana del 25 de enero de 1974, Mario Tutti se encontraba con su mujer y su hijo deapenas un año en su domicilio de Empoli cuando un timbre sonó. Abrió el mismo Tutti y poca extrañeza debió mostrar cuando se encontró con dos carabineros amigos de su padre que le rogaban les acompañara al cuartelillo para unos trámites relacionados con un asunto que debía tratarse, sin duda, de una equivocación.
Tutti, sin abandonar su sonrisa, manifestó que no tenía inconveniente en acompañarles y pidió un momento para ir a buscar su cepillo de dientes. Los dos agentes nada sospecharon. Al punto, Tutti volvió a aparecer armado con una «Sten» y vaciando el cargador sobre los dos agentes —uno de los cuales falleció inmediatamente y el otro al llegar al hospital—, saltó por la ventana y ametralló el coche con que habían venido ambos carabineros hiriendo gravemente a un tercero dentro del mismo.
Acto seguido desapareció en automóvil y durante meses nadie, ni siquiera su familia, volvió a saber de él. El 22 de julio de 1975, Mario Tutti entró en Italia clandestinamente por última vez. Anteriormente había llegado de Argentina y se estableció en Draguignan, cerca de Niza. Desde aquel 25 de enero en que emprendió la fuga llegando hasta Nápoles en donde obtuvo un primer auto y documentación falsa, hasta que pasó a Córcega y de ahí al sur de Francia, para terminar regresando en sucesivas ocasiones a Italia, su osadía no tuvo límites. Se burló de la Justicia, del antiterrorismo y del mismísimo Santillo,penetrando en el Palacio de Justicia de Florencia, mezclándose entre el público y escuchando algunas fases del proceso que le condenó en rebeldía a cadena perpetua.
El 26 de enero, 30.000 personas marcharon tras los ataúdes de Leonardo Falco, 44 años, y Giovanni Ceravolo, 50 años, en Empoli. El cardenal de Florencia, monseñor Florit, aprovechó la ocasión para pronunciar un sermón contra la violencia, y exaltó el sacrificio de los dos agentes.«Corriere della Sera» fue el primero en publicar la foto del arsenal de Mario Tutti: una decena dearmas largas, entre fusiles y metralletas, así como varios miles de cartuchos para todos los calibresy algunos explosivos. 5.000 cartuchos de varios calibres, 40 navajas, 7 pistolas, 15 armas automáticas entre las que se encontraban carabinas de caza mayor, 1 fusil ametrallador y 4 fusiles FAL.
Casi inmediatamente después de cometido el doble asesinato y desaparecido del mapa MarioTutti, los diarios, emisoras y puestos de policía empezaron a recibir un increíble número de llamadas telefónicas dando cuenta de la presencia del terrorista aquí y allí. Evidentemente se trataba de una maniobra de diversión efectiva que descontrolaba completamente los mecanismos policiales. El 30 de enero el diario «La Nazione» de Toscana recibía un comunicado del F.N.R. en el cual se afirmaba que «el guerrillero Mario Tutti es víctima de la infame maquinación política ordenada por el estado seudo-democrático mañoso para desviar a la opinión pública de los gravísimos problemas que afligen al país (...) La Revolución ha decretado el fin del sistema y las
próximas bombas explotarán en el parlamento a finales de 1975». Tenía toda la apariencia de un comunicado desesperado.
Empoli es una ciudad pequeña en la que casi todo el mundo se conoce y sabe las opiniones políticas del vecino. El caso de Mario Tutti llenó de horror a los buenos habitantes de Empoli que consideraban a su vecino como un joven inteligente, buen trabajador y pacífico empleado del Ayuntamiento de Empoli como delineante. Nunca jamás se le había vinculado a ninguna asocia-ción política. Su mujer, maestra de escuela, afiliada al sindicato socialista, afirmó incluso que Tuttihabía comentado que en las próximas elecciones votaría comunista. ¿Hábil declaración de una mujer que desea salvar a su marido? ¿Clandestinidad incluso en el ambiente familiar por parte de Tutti? En cualquier caso el comisario Santillo, jefe del antiterrorismo italiano, tomó personalmente la dirección de las investigaciones.
La policía de fronteras extremó sus medidas pero no pudo evitar que Augusto Cauchi pasara a España en tren, Marco Affatigato —cuyo enmascaramiento no era otro que «Los Niños de Dios», lasecta religiosa de Moisés David» con ayuda de la cual justificaba desplazamientos y relaciones—logró pasar a Suiza, de ahí a Alemania y por fin terminó en Gran Bretaña, dos años después volvía a Italia y colaboraba con grupos de solidaridad con detenidos; Mario Tutti pasó también la frontera franco-italiana provisto de una buena dotación económica que había preparado para esta eventualidad empezando así su vida de exiliado político.El afán militante perdió a Mario Tutti; consiguió regresar a Italia en varias ocasiones, provisto de un pasaporte a nombre de un saharaui-español y armado con una pequeña pistola automática.
Parece milagroso cómo no cayó en manos de la policía en una ciudad tan pequeña como Empoli.Sin embargo, pudo completar un mínimo de siete visitas a sus antiguos camaradas en un intento desesperado de reconstruir las células neo-fascistas en Toscana. Falto de dinero vendió a la revista «L’Europeo» unas notas que fueron publicadas bajo el título de «El memorial de MarioTutti»; aquella semana «L’Europeo» aumentó su venta. Quizá la declaración más clamorosa del memorial fuera la afirmación de que los fascistas constituían en Italia una minoría oprimida y marginal y su profesión de fe nacionalsocialista.No cabe la menor duda de que Mario Tutti se convirtió en pocas semanas en el prototipo de combatiente clandestino para todos los jóvenes neo-fascistas que ansiaban pasar a la lucha
armada.
Se había burlado en demasiadas ocasiones de la magistratura democrática y de sus perseguidores.El 22 de julio, Tutti llega otra vez a Empoli y visita la casa de un «ordinovista» local en busca de un automóvil. Lo consigue, pero al salir se cruza con un antiguo compañero de trabajo, ambos se reconocen, y Tutti emprende la huida. Logra llegar a la Costa Azul en donde le espera una graciosa francesita, Claire Camper, con la que vive desde hace unos meses en Draguignan. AllíTutti se siente a salvo. Sin embargo, el antiterrorismo italiano y concretamente dos de su másduros oficiales: Giorgio Criscuolo y Mario Vecchi, dan con él y con su refugio. El 27 de julio de1975, Tutti se dispone a aparcar el Dyane-6 de Ciaire, en su guantera guarda la automática de7,65 mm. Baja del automóvil y se aleja unos metros, Es entonces cuando, sin previo aviso, los dos agentes hacen fuego con sus armas. Una bala se incrustará en el costado de Tutti, otra le pasará aescasos milímetros de la yugular. Aún así intentará abalanzarse hacia, la guantera del coche endonde está su automática. No lo conseguirá y caerá desangrado sobre la aleta trasera del Dyane.Salvará, sin embargo, la vida.Los dos agentes del antiterrorismo italiano fueron detenidos por haber utilizado ilegalmente sus armas en Francia.
No tardarían mucho en ser puestos en libertad y homenajeados por toda la prensa italiana. Internado en el hospital de Draguignan, sometido a vigilancia especial y haciendo gala de un extraordinario humor, Tutti concederá varias entrevistas a diversas publicaciones italianas. Cuando un periodista le preguntó cómo aceptaba el hecho de tener 29 años y estarcondenado a cadena perpetua, Tutti respondió simplemente: «¿Quién le ha dicho "que voy aquedarme en la cárcel toda la vida? Detesto la vida sedentaria».Para Ciaire Camper, Mario Tutti no era sino Juan Sampere, estudiante de nacionalidad española, un hombre de costumbres normales, pocas palabras y frecuentes dificultades financieras, un amor pasajero, en definitiva, que pudo convertirse en algo trágico.
En septiembre de 1975 Mario Tutti fue nuevamente juzgado y condenado a cadena perpetua como responsable de la muerte de dos agentes, de heridas a un tercero, poseedor de un arsenal de armas de guerra y autor de innumerables atentados.La importancia del caso de Mario Tutti para el neo-fascismo internacional fue que constituyó el primer caso de un militante de extrema-derecha que, armado de unas municiones ideológicas fanáticamente defendidas, pasa completamente desapercibido como elemento apolítico, incluso para sus familiares más íntimos, prepara atentados en solitario y constituye un caso excepcional de terrorista frío y calculador.Mario Tutti es el primer ejemplo de una nueva generación de extremistas de derecha italianos que comprenden que el estado democrático ofrece muy pocas salidas a una vía legal y que los grupos extraparlamentarios son fácilmente infiltrados por medios de información. La solución no podía ser otra más que la constitución de pequeños grupos de acción muy directa, inconexos entre sí, extremadamente violentos y autónomos que poco a poco vayan efectuando en el seno del Estado una práctica de acupuntura, destrozando y golpeando sus mecanismos más esenciales hasta llegar a un extremo en que los ciudadanos hayan perdido toda confianza en los partidos y en el Estado y se lancen a soluciones a la sudamericana. Tales eran al menos las tesis contenidas enel «Memorial de Tutti».
Hoy Mario Tutti está preso junto con algunos miembros del FNR. Fuera le esperan su mujer ysu hijo que, por cierto, lleva el nombre evocador de Werther. Y es que, en el fondo, Mario Tutti era un romántico reprimido por la frialdad necesaria para la lucha clandestina.
Ernesto Cadena "La ofensiva neofascista" (1978)
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