Juan Eduardo Cirlot (1916- 1973)
Algo de su obra y aqui tambien algo mas de su poesia. Artículo de Cirlot "Destrucción de Rudolf Hess" La Vanguardia
Poeta español nacido en Barcelona en 1916.Es uno de los más brillantes poetas de la postguerra española, cuya obra ha sido apreciada tardíamente en toda su valía. Interrumpidos sus estudios de música por la guerra civil, entró en contacto con el surrealismo y simbolismo a partir de 1940. Trabó amistad con André Breton y formó parte del grupo "Deu al Set" creado por Joan Brossa en 1948.Su sólida educación musical lo convirtió en crítico de música para La vanguardia, donde también escribiuó artículos de cine.Su actividad poética más intensa tuvo lugar entre 1960 y 1972. Es autor de una obra muy extensa en el campo artístico: «Diccionario de ismos» en 1949, «Introducción al surrealismo» 1953, «Cubismo y figuración» 1957, «El informalismo» 1959 y su importante «Diccionario de los símbolos» 1974.De su obra poética se destacan: «En la llama» 1945, «Cordero del abismo» 1946, «Ochenta años» 1951, «El palacio de plata» 1955, «Lilith» 1949, «44 sonetos de amor» 1971 y «Bronwyn» 1966-1971.Falleció en 1973.
Tres poemas a numancia
1. LA TIERRA
¡Oh, tierra! Tierra, campos, rosas,
rosales de tierra desgarrada:
de tierra de silencio y de amargura
abierta a los puñales y los besos.
Aquí quiero cantar, sobre tu pecho,
la inmensa soledad de tus llanuras,
el oro calcinado de tu trigo,
la noche de tu sombra y de tu pelo
salvajemente ardiente.
Quiero llorar por tus montes violetas,
por tus vientos helados, por tus surcos
sembrados con metales y con huesos;
porque pareces el fondo de un océano,
colmado de naufragios.
¡Oh, tierra! Tierra mía, tierra antigua,
durísima y paterna.
2. EL ENEMIGO
Un ruido de cadenas y caballos
se acerca por el valle.
Negras espadas, tétricos arados
quieren tu espalda pura,
¡Oh rosa delgada!
¡Oh virgen campesina!
Lívidos tribunos, altos centuriones,
vienen con rojas enseñas,
vienen con tercas amapolas,
y con palacios de lanzas
resplandecientes.
Un ruido de caballos y cadenas
se acerca por el valle.
¡Afilad las lanzas y los dardos!
¡Reforzad las torres y los muros!
que los romanos vienen
con látigos de hierro enloquecido
y lobos de basalto.
3. LA CIUDAD
¡Numancia! Qué pena dan tus cercados,
tus débiles violetas invadidas,
tus sollozantes casas sin ventanas
y aquel color tan triste de la lluvia
sobre tus hombros muertos toma.
He de hablar con dulzura absoluta
de tus pálidas trenzas de barro,
del país traspasado que dominan
tus canciones humildes,
tus violentas canciones.
Y de la oscura paciencia abandonada
con que estabas ahí, sentada en tu colina;
cinco años, diez años, veinte años,
esperando soldados y soldados,
legiones y legiones,
Cónsules y Cónsules crueles,
con águilas rabiosas y tenaces
armas, y suplicios, y murallas.
Quiero hablar de la harina más triste,
de la carne más seca y solitaria,
del invierno más lento, de la noche
atada a un gran dolor más hondamente.
Y gemir por tus ojos profundos,
por tus rosas quemadas, por el suelo,
por tus blancas gavillas de ternura,
por tus muertos sin cuna ni sepulcro,
por la misma grandeza de tu nombre
inextinguiblemente herido.
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