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La memoria de la Otra Europa

Otto Strasser (II) : Los socialistas abandonan el NSDAP

Otto Strasser (II) : Los socialistas abandonan el NSDAP

 

Lectores, camaradas ¡¡Amigos!!

Con profunda preocupación hemos contemplado en los últimos meses la evolución del NSDAP y con creciente recelo nos hemos visto forzados a observar cómo cada vez más a menudo y en cuestiones cada vez más importantes el partido entra en conflicto con la idea esencial del nacionalsocialismo.

En numerosas cuestiones de política exterior, de política interior y, sobretodo, de política económica, ha ido tomando el partido un posicionamiento que cada vez con mayor dificultad puede considerarse acorde con el espíritu de los 25 puntos (*2), en los cuales nosotros vemos el único (y exclusivo) programa del partido. Y todavía mucho más que eso ha pesado el creciente aburguesamiento del partido, una primacía de los intereses tácticos sobre los principios fundamentales, y la preocupante caciquización del apartado del partido, el cual cada vez más se ha convertido en la meta del movimiento y ha puesto sus intereses por encima de las exigencias programáticas de la Causa.

Nosotros habíamos comprendido y comprendemos aún al nacionalsocialismo como un movimiento conscientemente antiimperialista, cuyo nacionalismo se centra en la conservación y protección de la vida y el desarrollo de la Nación Alemana, sin ninguna clase de tendencias dominantes sobre otros pueblos y tierras.

Para nosotros había sido y sigue siendo aún, la negación del intervencionismo contra Rusia del capitalismo internacional y del imperialismo occidental, una exigencia esencial resultante tanto de nuestra ideología fundamental como de la necesidad de una política exterior propiamente alemana (*3). Alrededor de esto, hemos considerado las posturas de la dirección del partido cada vez más abiertamente favorables a una guerra de intervención, como contraria a la causa Nacionalsocialista y a las necesidades de una política exterior alemana.

Para nosotros había sido y sigue siendo todavía la solidaridad con el pueblo indio en su lucha por su libertad del yugo inglés y la explotación capitalista (*4) una necesidad, la cual se resulta del hecho de que para una política de liberación alemana, cada debilitamiento de los poderes tras el Pacto de Versalles (*5) es favorable, así como la afirmación por la lucha de cualquier pueblo oprimido contra la explotación de los usurpadores, ya que es consecuencia forzada de nuestra idea del nacionalismo, que el derecho a la autoafirmación de cada pueblo a su manera, lo que nosotros exigimos para nosotros, también corresponda a los demás pueblos y naciones.

En este aspecto para nosotros el concepto liberal de las “bendiciones de la cultura (civilizadora)” nos es completamente desconocido.

(N.d.E.: Para Otto y Gregor Strasser, el Nacionalsocialismo era una ideología enteramente aplicable por otras Razas y Culturas, de acuerdo a su propia realidad, y no limitada por ello exclusivamente a los alemanes. En este párrafo queda de manifiesto, además, que Otto no concebía la idea de "superioridad cultural", que es completamente contradictoria con una concepción "Nacional" -es decir, diversa- del mundo).

Nosotros habíamos sentido por lo tanto la política de la dirección del NSDAP, la cual a menudo tomó partido por el imperialismo británico contra la libertad de la India, contrario a los intereses esenciales del Nacionalsocialismo.

Nosotros habíamos entendido y seguimos entendiendo al Nacionalsocialismo según toda su naturaleza, como un movimiento alemán, cuya labor en el interior del Estado no es únicamente es la creación de una Gran Alemania Popular, con el rechazo de pequeños estados separados y privilegios particulares basados en criterios dinásticos, religiosos o puramente arbitrarios (¡Intervención Napoleónica!) (*6), los que impiden la reunificación de todas las fuerzas nacionales, imprescindibles para la liberación y la autodeterminación de Alemania. Nosotros hemos sentido por lo tanto la cada vez más abierta toma de posición de la dirección del partido a favor de este sistema de estados y privilegios particulares, cuya salvación e incluso ampliación fue proclamada como una tarea propiamente del Nacionalsocialismo, como perjudicial tanto para los intereses del Estado como enemiga de la idea de una gran unidad alemana.

Nosotros habíamos entendido y seguimos entendiendo al Nacionalsocialismo como un movimiento republicano, en el que existe tan poco espacio para la monarquía hereditaria como para cualquier otro privilegio que no descanse en el servicio a la Nación.

Nosotros habíamos visto y seguimos viendo en él el movimiento revolucionario que busca acabar con el Estado autoritario del mismo modo que con la democracia formal, y que ve su meta para el Estado es un modelo estatal orgánico de auténtica democracia germánica. Nosotros habíamos sentido por lo tanto que los intencionados claroscuros entre republicanismo y monarquismo de la dirección del partido son un lastre; y el excesivo culto por el autoritarismo fascista, como se manifiesta cada vez con mayor fuerza en los puestos oficiales del partido, verdaderamente como un peligro para el movimiento y un crimen contra la causa.

Nosotros hemos considerado y seguimos considerando al Nacionalsocialismo ante todo como el gran antídoto del capitalismo, el cual pone en práctica la idea del socialismo verdadero (aquel que está libre de la corrupción marxista) que lleva a la economía común de una Nación para el bien de esta Nación y rompe con el ese sistema de gobierno del dinero sobre el trabajo que impide el natural desarrollo de los pueblos y la verdadera creación de una economía popular.

Para nosotros el socialismo significa economía de necesidad en interés de la totalidad de los productores, participando en la posesión, dirección y ganancias de toda la economía de la Nación, es decir, la quiebra del monopolio de la propiedad del sistema capitalista actual, y ante todo la quiebra del monopolio de su poder de decisión, actualmente ligado a la propiedad.

Nosotros hemos notado por lo tanto, y en contra del espíritu original de los 25 puntos, que las formulaciones de nuestra voluntad socialista quedan cada vez más descoloridas desde la dirección; y las múltiples atenuaciones de las exigencias socialistas del programa (considérese por ejemplo el punto 17) (7*) que se han tomado, como una falta contra el espíritu y el programa del Nacionalsocialismo original, algo contra lo cual desde hace años hemos estado luchando con nuestra labor de enfatizar las exigencias socialistas del programa.

Nosotros habíamos sensibilizado y seguimos sensibilizando al Nacionalsocialismo conforme a su esencia, como el enemigo tanto de la burguesía capitalista como del marxismo internacional y vemos su tarea en la superación de ambos, a partir del hecho de que el sentimiento genuino socialista está unido en el marxismo a sus falsas enseñanzas del materialismo y del internacionalismo, y la burguesía, el de por sí correcto sentimiento nacionalista está unido a las falsas enseñanzas del racionalismo liberal y el capitalismo, y ambas fuerzas esenciales y acertadas (nacionalismo y socialismo) estarán condenadas a permanecer infructuosas en sus nefastas alianzas para la Nación y para la Historia.

Nosotros hemos visto y seguimos viendo por ello en nuestra lucha contra el Marxismo y contra el Capitalismo ninguna diferencia esencial, pues el liberalismo (y materialismo) existente en ambos es nuestro enemigo por igual.

Nosotros consideramos por tanto que las consignas de lucha de la actual dirección del NSDAP siempre en una sola dirección, “contra el marxismo”, como insuficientes y vemos en medida creciente que en todo ello existe un guiño de simpatía a la burguesía, que bajo las mismas consignas defiende sus intereses particulares y capitalistas, con los los que nosotros no hemos tenido ni tendremos nada en común.

Reforzados, subrayados y patentes se hicieron estos temores de naturaleza fundamental al comprobar las preocupaciones sobre las vías tácticas tomadas por la actual dirección del partido.

Desde siempre nos ha llenado de pesar y malestar, el que Adolf Hitler se haya explicado siempre tan a menudo en los círculos directores del empresariado y a los grandes capitalistas sobre los motivos y vías del NSDAP, pero (casi) nunca se ha tomado la molestia de hacer lo mismo con los círculos directores de los trabajadores y campesinos. Nosotros consideramos que el sentimiento resultante de ello, el de que el Nacionalsocialismo está más cerca de los primeros círculos que de los segundos, como un gran obstáculo. Tanto más cuando la franqueza nuestra voluntad socialista, debería excluir cualquier clase de entendimiento con esos círculos para los cuales la defensa de sus intereses capitalistas siempre será más importante que la realización de las metas nacionales y colectivas, sobretodo cuando esta realización tiene al Socialismo como premisa.

Por los mismos motivos hemos visto con creciente preocupación la estrecha relación de la dirección con Hugenberg y con el Partido Nacional del Pueblo Alemán (DNVP) (8*), y en parte también con los “Cascos de Acero” (Stahlhelm) (9*) y los llamados “patriotas alemanes”, porque todos estos hechos –aún cuando por el bien del pueblo pueden ser aceptables en sus fines tácticos–, parecen hechos expresamente para dar una equivocada imagen de nuestro movimiento.

Como punto fundamental del carácter revolucionario del Nacionalsocialismo ha estado siempre y sigue estando para nosotros el rechazo frontal de cualquier clase de política de compromiso y/o coalición, pues toda coalición sólo puede servir a los intereses del sistema (y orden) establecido, el sistema de la explotación capitalista, y por lo tanto contrario a la libertad nacional.

Se nos muestra según la esencia del Nacionalsocialismo y su tarea, la realización de la Revolución Alemana, que es simplemente imposible elevar la consigna de “entremos en el Estado”, al cual todavía no hace dos años, con los “Cascos de Acero”, hemos combatido con toda la crudeza de la voluntad revolucionaria.

La decisión de la dirección del partido de llevar a cabo una coalición con partidos burgueses en Thüringen, ha sacudido con fuerza nuestra fe en que nuestra idea de la esencia y tarea del Nacionalsocialismo, que tanto en el programa como en la actividad del partido fueron expresados hasta ahora, puede seguir siendo sostenida. Nuestros reproches fueron dejados sin respuesta por la dirección. En ello se ha situado el NSDAP en la misma situación que el SPD tras el 1918, cuando tomaron la decisión de ir junto a los enemigos de su voluntad político-económica, acabando con ello, forzosamente, traicionando sus metas originales. Con implacables consecuencias se ha realizado en el NSDAP la misma línea de traiciones a los fundamentos, como se muestra en su rebaja de los impuestos a particulares, el aumento de los alquileres y otras muchas políticas realizadas en Thüringen.(10*)

 La objeción de que el peligro de la persecución estatal obligue a tamaños sacrificios de las convicciones, no es sólo inexacta, como la prohibición en Baviera y en Prusia muestran, sino socava ante todo el carácter y el valor del movimiento, pues con este argumento de la cobardía toda traición puede quedar cubierta. Mientras que para nosotros toda táctica debe encontrar su fin en los fundamentos, la dirección del partido ha abandonado cada vez más a menudo y en cada vez aspectos más decisivos las cuestiones esenciales del Nacionalsocialismo por consideraciones tácticas.

Junto con el aburguesamiento del partido ha venido también un creciente caciquismo que ha acabado por tomar formas estremecedoras. No sólo los llamados altos dirigentes de las SA sino, en creciente medida, también los funcionarios políticos del partido se han desarrollado según su actitud y su forma de vida de un modo, que se encuentra en contradicción tanto con las leyes internas de nuestro movimiento revolucionario como con las mínimas exigencias de un carácter honrado. La -entre tanto- casi general dependencia material directa o indirecta de los funcionarios del partido y su líder, ha dejado aparecer una tamaña atmósfera de indignidad, que hace virtualmente imposible la reivindicación de cualquier opinión independiente; asimismo ha llevado las cosas a un estado de corrupción material e ideal, que no se puede conseguir ayuda sin el apoyo de toda la organización (estructura) del partido. Los numerosos desacuerdos y problemas con los conflictos personales dentro del partido tienen aquí su más profunda y esencial causa.

Este desarrollo que nosotros aquí observamos con creciente preocupación, en los campos de fundamentos, tácticas y organización del partido, nos ha visto en cada hora del los últimos años como los primeros, profundos y severos enemigos y denunciantes. Los cinco años de “cartas nacionalsocialistas” (nationalsozialistischen Briefe), dan aquí un claro testimonio, tanto en la opinión personal como expresada, que hemos tomado sin consideración a las presiones y tentaciones llegadas desde arriba. En ninguna hora hemos tomado en cuenta la posibilidad de variar nuestros posicionamientos por motivos oportunistas, y en numerosas ocasiones nos hemos encontrado ante la cuestión de si debíamos tomar una manifestación pública de nuestra disconformidad con la dirección del partido en sus duros choques con la esencia del Nacionalsocialismo.

El que no hayamos hecho esto hasta el día de hoy se debe a que la dirección del partido no había renegado del programa de los 25 puntos abiertamente, y también porque confiábamos en que el espíritu revolucionario que vive sobretodo en los militantes base de las SA podría vencer sobre las actitudes de una dirección caciquista.

Esta esperanza se ha hecho vana con el último acto de voluntad de la dirección del partido.

A través de una carta de Adolf Hitler del 30 de Junio, el Gauleiter de Berlín fue forzado a llevar a cabo una limpieza sin contemplaciones de todos los “bolcheviques de salón” del partido.

Junto con esta exhortación fue decretada la exclusión de todos los militantes reconocidos o sospechosos de ser socialistas revolucionarios.

Con ello quedó pronunciado el definitivo divorcio del NSDAP con las metas y exigencias de una Revolución Alemana, y también de los puntos socialistas del programa original.

Como firmes, indoblegables, partidarios del Nacionalsocialismo, como ardientes luchadores de la Revolución Alemana, rechazamos este falseamiento del carácter revolucionario, de la Voluntad Socialista y de los fundamentos esenciales del Nacionalsocialismo y permaneceremos al margen del NSDAP convertido en ministerial, y siendo lo que siempre fuimos:

 

¡¡Nacionalistas revolucionarios!!

 

4 de julio de 1930

 

(1) Otto Johann Maximilian Strasser (10 de septiembre 1897 – 27 de agosto 1974). Político alemán del ala izquierda del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP). Mantenía posiciones más radicales que las de Hitler a quien consideraba demasiado moderado, en especial en su política económica complaciente con el capitalismo industrial. Propugnaba una revolución nacionalsocialista anticapitalista con factores socialistas estatizantes.

(2) Gregor Strasser (también Straßer) (31 de Mayo de 1892 – 30 de Junio 1934). Político alemán y Presidente del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP) de 1923 a 1925, con motivo del encarcelamiento de Hitler a resultas del fracaso del golpe de estado de la cervecería Burgerbräukeller, en noviembre de 1923. Fue asesinado en Berlín durante la llamada "Noche de los cuchillos largos", donde se eliminó el ala Socialista del Partido, de la cual únicamente sobreviviría Joseph Goebbels, el cual tomó partido por Hitler.

(*3) Los "25 Puntos" constituyeron la base programática del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). Sin embargo, una vez que Hitler fue nombrado Canciller del Reich, su gobierno se alejó en diversos aspectos de lo que establecían dichos principios. En parte, ello se debió a necesidades tácticas, y en parte, a la imposibilidad de llevar a la práctica cada uno de los puntos en la forma que originalmente habían sido planteados. No obstante, es evidente que los "25 Puntos" poseían una clara y contundente orientación Socialista, que en la praxis fue menoscabada o al menos soslayada en muchos aspectos por el Tercer Reich. En ello, hubo adicionalmente razones de Estado que debieron anteponerse una vez que Francia, Inglaterra y EE.UU. (y a la postre, 156 países), le declararon la guerra a Alemania.

(*4) Alemania sólo tomó decidido partido por el movimiento independentista Hindú de Subhas Chandra Bose y Sri Asit Krishna Mukherji (el esposo de Savitri Devi), una vez en guerra contra Inglaterra.

El Movimiento Nacional hindú (salvo en las particularidades religiosas) fue muy semejante a los movimientos occidentales como el austríaco o alemán. Se constituyó a partir de los años veinte en torno a la Asociación de Voluntarios Nacionales (Rashtriya Swayamsevak Sangh, RSS), una asociación consagrada a "reforzar" y "fortalecer" a los hindúes frente a la minoría musulmana de aquel tiempo. A modo semejante del Movimiento Nacionalsocialista alemán de esa época, se estableció una red nacional de ramas locales que se reunían diariamente en sesiones de entrenamiento de artes marciales. Al entrenamiento paramilitar se le añadían los discursos ideológicos que no que eran la versión hindú del ideal nacionalsocialista del Kulturkampf (Lucha por la Cultura Nacional), que era coreado por fervorosos de militantes: "Hindu, hindi, hindustán" ("Un pueblo, una lengua, un país"). Había 25.000 ramas que agrupaban a más de dos y medio millones de seguidores.

(*5) El llamado "Pacto de Versalles" fueron condiciones ignominiosas y absolutamente injustas, impuestas por las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial contra Alemania, por haber pedido el armisticio y dar término a la guerra.

(*6) Napoleón en su invasión de Alemania y su control de los Territorios del Rin creó pequeños estados, derechos y privilegios que sobrevivieron durante varios Siglos.

(7*) 17) "Exigimos la reforma de la propiedad rural para que sirva a nuestros intereses nacionales; la sanción de una ley ordenando la confiscación sin compensación de la tierra con propósitos comunales; la abolición del interés de los préstamos sobre tierras y la prohibición de especular con las mismas". Este punto afectaba directamente los intereses de los "Junkers" (la "nobleza" hereditaria alemana), que poseía enormes fincas improductivas. En la práctica, una vez que Hitler llegó al poder este punto no se aplicó con la fuerza requerida contra los "Junkers", aunque con otras medidas, sí se mejoró rápida y notablemente el nivel de vida de los campesinos.

(8*) Partido ultranacionalista y ultraconservador dirigido por un millonario.

(9*) Grupo paramilitar ultranacionalista generalmente formado por veteranos de la Primera Guerra Mundial y en parte ligado al DNVP.

Rescatado del olvido por: Acción Chilena

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