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La memoria de la Otra Europa

De la Fraccion del Ejercito Rojo a la Comunidad Popular; entrevista a Horst Mahler

De la Fraccion del Ejercito Rojo a la Comunidad Popular; entrevista a Horst Mahler

Christian Bouchet (Lutte du Peuple-Internet), entrevistó para la revista antagonista francesa Dualpha al nacional-revolucionario Horst Mahler, antiguo líder del ’68 alemán y miembro de la RAF (Rote Armee Fraktion, Fracción del Ejército Rojo) Mahler es un antiguo miembro del grupo "Baader Meinhof" que llama a una batalla contra el capitalismo, definido como enemigo del género humano, y que sostiene que solamente los Estados Nacionales pueden ponerlo en jaque.

En su número del 27 de agosto de 2000, el periódico francés "Le Monde" publicó una noticia imposible a sus propios ojos: el antiguo "terrorista" de extrema izquierda Horst Mahler se había pasado a las filas de la extrema derecha. Una noticia que ha estremecido a los biempensantes... pero los ha estremecido un poco tarde, porque la "primicia" era en verdad vieja... algo más de año y medio, cuando a finales de 1998 Mahler hizo pública su decisión. Con posterioridad a esa fecha, Horst Mahler se ha expresado en las páginas de la revista revisionista alemana "Sleipnir", ha participado en numerosas manifestaciones y reuniones públicas y ha creado el Movimiento de Reagrupación Nacional para luchar contra la entrada en Alemania de los inmigrantes extraeuropeos.

La pregunta que todos los progresistas biempensantes se han hecho -empezando por su ex-abogado, un cierto Schroeder Gerhard (sí, el mismísimo canciller)- es: ¿Qué diablos ha sucedido con el "compañero" Horst, hasta ahora volcado en su empeño por la causa palestina?

Pero antes que lanzarse al juego interminable de las introspecciones y los recuerdos, en los que se ha volcado la gran prensa, en esta entrevista nos interesamos por la razones de este cambio de camisa. Una vez sabido que Christian Bouchet -a quien nuestros lectores conocen bien como animador de la revista "Lutte du Peuple"-, había entrevistado a Horst Mahler para la revista "Dualpha", decidimos reproducir este coloquio en su integridad.

El itinerario político de Horst Mahler es cuando menos inesperado, y merece ser relatado. Este salesiano, que procede de una familia nacional-socialista, siempre estuvo interesado en la política. Su recorrido comienza en las Juventudes Socialistas, y de allí emigró a la principal organización de la extrema izquierda alemana durante los años sesenta, la SDS (Sozialistischer Deutscher Studentenbund, Liga de los Estudiantes Socialistas Alemanes). En 1968 es uno de los principales portavoces de las revueltas estudiantiles. Su corazón late irresolublemente hacia la izquierda, y, por la virulencia de sus manifestaciones, encarna rápidamente a los ojos de la derecha conservadora la imagen del Gran Satán. Su empeño como abogado de los terroristas del grupo de extrema izquierda "Baader Meinhof" lo realiza con tal entusiammo que será condenado a dieciseis años de prisión. Ahora, en 1998, Mahler expresa sus tesis, embarazosas para sus viejos amigos y que le valen el aplauso de la oposición nacional. En particular, su interpretación de las revueltas de 1968 son las que provocan el desconcierto. En ellas Horst Mahler ve una "segunda revolución alemana contra el dominio mundial del capitalismo" (la palabra embarazosa es aquí "segunda"). Aquellas revueltas, sostiene, dieron nacimiento a las dos alas nacional-revolucionarias: la Nueva Izquierda y la Nueva Derecha. No sorprende, por lo tanto, que tales reflexiones irriten a ciertos viejos militantes de la extrema izquierda. Johannes Agnoli, quien participó activamente en el famoso Congreso sobre el Vietnam en Berlín, en febrero de 1968, donde se encontraba en el podio entre Peter Weiss y Erich Fried, ha recordado esta veta nacional-revolucionaria: "No tiene nada de sorprendente", dice, "Dos hebreos y un italiano se preocupaban nada menos que por el destino de la nación alemana". Retrospectivamente, Till Meyer y Michael "Bommi" Baumann recuerdan que entonces los análisis se hacían en términos de clase, y no de raza.

Algunos antiguos compañeros de lucha de Mahler comparten sus anáisis. Por ejemplo Bernd Rabehl, quien fue muy próximo a Rudi Dutschke, o también personas como Günther Maschke, entonces cabeza del movimiento estudiantiul vienés, o bien Reinhold Oberlercher, principal teórico de la SDS de Amburgo. El fenómeno ha sido sufientemente tratado en un trabajo de Klaus Wolschalg ("Bye-Bye ’ 68... Renegaten der Linken", "Adios 68... los renegados de la izquierda", Ediciones Leopold Stocker). Horst Mahler es un hombre sereno, bajo de estatura, lúcido y humanamente muy simpático, que seduce a los militantes nacionalistas alemanes que asisten a sus reuniones, donde expone su itenerario político con mucha franqueza, evidenciando los puntos decisivos y los errores de su recorrido. Sus explicaciones carecen del halo del misterio, exponiendo, como siempre, alto y claro sus argumentos. Su pensamiento, en efecto, es en extremo políticamente incorrecto. Horst Mahler se alza contra la invasión de Alemania y de Europa, a la cual opone la concepción de la "Comunidad Popular" ("Volksgemeinschaft"), y llama a la lucha contra el capitalismo privado de valores y enemigo del género humano, al cual solamente los Estados Nacionales pueden poner en jaque.

 

Señor Mahler, durante los años setenta, usted era considerado un militante particularmente radical de la extrema izquierda. En la actualidad, para algunos de sus viejos compañeros es usted un traidor y un renegado. ¿Quién ha cambiado, ellos o usted?

Es difícil emitir un juicio. Las calificaciones de "derecha" o de "izquierda" se evaluan de diferente manera, dependiendo del puesto en el que uno se encuentra. En cuanto lo que a mí concierne, prefiero decir aquello que pienso y que deseo, dejando pare los demás esa voluntad y esta tarea de poner etiquetas. La idea nacional siempre ha formado parte de las preocupaciones de la "izquierda". Durante los años sesenta, siempre sostuvimos y apoyamos el movimiento para la liberación de Vietnam, tomamos una clara postura para defender el derecho de los vietnamitas de ser los dueños de sí mismos. Incluíamos el internacionalismo en la lucha por el derecho de las naciones. Queríamos sustraer a Alemania tanto del dominio de los yanquis como de los soviéticos. ¿Estábamos, quizás condicionados por nuestra historia, obligados a decir a todoslos pueblos: "venid con nosotros e instalaros aquí, ocupad nuestro puesto"? No. Defendíamos el derecho de organizar nuestra vida por nosotros mismos, tal y como nosotros podamos llegar a concebirla.

¿Es usted, entonces, un xenófobo?

Los extranjeros son algo parecido a un poco de sal en la sopa. ¿Pero le gusta a usted la sopa salada? Si en algunas aulas, como se ha constatado, el 80 o el 90% de los alumnos de origen extranjero son incapaces de expresarse en un alemán correcto, entonces es legítimo que los padres alemanes trasladen a los niños a otros colegios donde reciban una enseñanza de superior calidad.

Usted ha afirmado que "El derecho a una patria forma parte de los derechos del hombre". ¿No es esta, quizás, una posición de derechas?

Al contrario. Esto forma parte de los ideales de la izquierda: empeñarse tanto en los derechos de otros pueblos como en los del pueblo propio. No es la expresión de una ideología inhumana, sino al contrario una manifestación de sana salud, el que un pueblo defienda su propia patria y restrinja las influencias extranjeras. Si esto es considerado extremismo, pregunte entonces por qué los nacional-socialistas tuvieron una repercusión tal. Ellos utilizaron unas ideas que tenían una vasta resonancia en el corazón de los electores. No pueden ponerse fuera de la ley unas ideas, valores y leyes solo porque Hitler hiciese un uso abusivo de ellos.

Usted ve en las revueltas de 1968 un "impulso nacional-revolucionario". ¿Puede decirnos en qué fundamenta su análisis?

Estas tesis fueron desarrolladas por Bernd Rabehl durante sus conferencias en Munich y Bogenhausen. En ellas se delinea como, en el seno del movimiento del 68, las opiniones sobre estas consideraciones divergían considerablemente. Rudi Dutschke y Bernd Rabehl manifestaron claramente una preocupación nacional. Llamábamos a una lucha de liberación en el exterior. A mi entender, el nacionalismo defendido por el movimiento del 68 era sano en cuanto que defendía el derecho de autodeterminación, en particular el derecho del pueblo vietnamita a disponer de sí mismo. Combatíamos la política americana de exterminio y la sumisión de Alemania Occidental a tal política. Para mí, está claro que si nos resistíamos a una política que había condenado a la muerte a dos millones de ciudadanos vietnamitas, que no deseaban sino otra cosa que la voluntad de decidir lo que era bueno para sí mismos, entonces, en tanto que alemanes, condicionados por nuestra historia, deseabamos que Alemania operase por la vía de la justicia.

¿No se pudiera ver, en esta toma de posición en favor del pueblo vietnamita, una forma de nacionalismo sustitutivo?

Pienso que no. En aquella época, aquel y no otro era el frente. Habíamos tomado posición en lo que considerábamos una guerra civil mundial. Nos situábamos a la vanguardia, en nuestro país, para gritar nuestra oposición al enemigo número uno de la humanidad: el capitalismo americano.

La hermana de Rudi Dutschke piensa que su difunto hermano se retorcería en su tumba si le escuchase. ¿Qué piensa usted?

Pienso que conocía muy mal a su hermano, en su faceta de hombre político, quiero decir. Personalmente, creo que si Rudi estuviese todavía entre nosotros, ratificaría esto que yo sostengo.

Señor Mahler, usted fue condenado a una pena muy dura por haber sostenido a un grupo terrorista de extrema izquierda. Hoy día, ¿cuál es su opinión sobre la violencia política?

He expuesto en diversas ocasiones cuál fue nuestra experiencia en este campo. Aquella forma de lucha tuvo el efecto contrario al que esperábamos. En lugar de suscitar una especie de conciencia popular, provocó la destrucción del grupo que la había sostenido. Esta constatación fue para mí determinante. En lugar de acercarnos al pueblo, la violencia nos condujo a la misantropía. No encarnamos la libertad, la justicia y la solidaridad, que eran los motivos de nuestra lucha, sino que nos convertimos en una banda de asesinos caracterizados políticamente. Los mismos miembros del grupo sufrieron esta evolución. Un militante considerado como poco fiable, debía ser ajusticiado, aunque no hubiese cometido ningún acto de traición. Un grupo que llega a este tipo de comportamientos no puede edificar en el mañana una sociedad mejor.

¿Qué opina, a la inversa, de la violencia ejercida por el Estado en sus confrontaciones con los grupos de oposición radical?

Hablando sobre los casos de persecución gubernativa de los cuales tengo conocimiento y constancia, el Estado alemán ha llegado al punto de socavar los mismos fundamentos de la democracia, criminalizando con todas las armas que posee a su alcance la simple expresión de ideas y la asociación de personas.

Usted ha dicho que, a sus ojos, los sostenedores de la resistendcia nacional, actualmente encarcelados, son los mártires de la renovación alemana. Esta afirmación le ha sido inmediatamente reprochada. ¿Puede aclararla para nuestros lectores?

Para mí, el mártir es quien lucha por sus ideas y acepta cualquier sufrimiento en nombre de ellas. En este sentido, todos aquellos que son condenados por expresar unas ideas consideradas como delito puede ser considerados en la categoría de mártir. Esta calificación, evidentemente, no se aplica a las personas cuyos argumentos son un bate de beisbol. Parto del principio de aquellos que tienen de Alemania una visión positiva y se han propuesto luchar por su renacimiento. Si son encarcelados por este motivo, son los mártires de la causa nacional. Esto no quiere decir que comparta su óptica en cuanto a los medios y las vías que usen para alcanzar sus objetivos. Durante la época de los sucesos del 68 reivindiqué para nosotros el estatuto de presos políticos. Consideraba que éramos, en cierto sentido, los mártires del mundo por el cual combatíamos. Mi posición, hoy, no ha cambiado, sigue siendo la misma. Solamente la parcialidad puede despertar el estupor de algunas personas. Pero ello me es indiferente.

¿Qué piensa Horst Mahler de la represión que sufren los "negacionistas"?

Es insoportable. Se llega a criminalizar a personas que, en la defensa de estas opiniones, llegan a renunciar a su carrera profesional. Aunque algunas de estas opiniones puedan llegar a ser aberrantes, estas personas las creen. Por ello esta represión me parece antitética a toda libertad intelectual. Niegan el holocausto porque ello representa para ellos el horror absoluto. No soportan la idea de que algunos alemanes deban responder por tales crímenes, y sostienen que ellos se encontraban dotados de un sentido moral. Creyéndose víctimas de una injusticia, asumen su convicción de patriotas, asumiendo también el riesgo de acabar en prisión.

¿Condenados por motivos políticos...?

Los presos políticos son para mí los ciudadanos -poco importa si de la derecha o de la izquierda- que se preocupan por el bien común, y que por tal motivo asumen el riesgo de cometer delitos de opinión. Ello es lo que a mis ojos les hace simpáticos... y es por ello por lo que rechazo toda ghettización. ¿Quién pretende decidir sobre qué se debe o no se debe discutir?

Sus iniciativas contra la doble nacionalidad han suscitado parecidos clamores. ¿Puede hablar sobre el tema?

Sostengo que todo el pueblo alemán está amenazado de verse sumergido si se instalan entre nosotros poblaciones alógenas y heterogeneas sobre el plano cultural, poblaciones musulmanas cuyo ritmo de natalidad es tal que corramos el riesgo de ser numéricamente minoritarios en apenas medio siglo. Estimo que un pueblo se funda sobre todo sobre la sustancia cultural que le hace vivir. La presencia en nuestro suelo de culturas alógenas, representadas por millones de individuos, me parece una amenaza para nuestra existencia. Es un tema que me preocupa en extremo, y creo que otras personas piensan como yo y luchan para frenar esta evolución.

¿Se puede impedir la doble nacionalidad?

Ya hemos dado un paso en tal sentido, aunque tímido (*). Los partidos representados en el Bundestag tienen una mísera opinión de sus electores. Todos intentan encontrar una obligatoriedad para imponer la doble nacionalidad, pero el tribunal constitucional podría invalidar esta perversión. Si la doble nacionalidad llega a imponerse, nos encontraremos ante un problema gigantesco. Pienso que nos estamos jugando la paz civil. Los partidos representados por nuestros políticos tienen sobre este asunto una responsabilidad inmensa, una terrible carga.

¿Quiénes son sus aliados en esta lucha?

Todos los alemanes que intentan seguir siendo alemanes. Y pienso que todos aquellos que hoy en día se esfuerzan en concebirse a sí mismos como alemanes ayudan a la idea del renacimiento nacional en la medida en que ayudan a consolidar en los espíritus el sentimiento de que el pueblo alemán también tiene derecho a la existencia, y que nadie puede ofenderse si se les pide que retornen a sus países de origen.

¿Un partido es un buen instrumento para alcanzar sus objetivos políticos?

De ningún modo.

¿Puede precisar su pensamiento?

Los partidos son laboratorios de propaganda para los intereses particulares. Además, yo no soy el único en afirmar esto, personas muy competentes han expresado esta idea con anterioridad. El Estado es un prisionero. Debería encarnar el interés general, pero este interés general no está representado en el Estado ni en el parlamento. Los partidos desean ganar elecciones, y esto no pueden conseguirlo sino haciéndose querer por los intereses particulares. Los grupos de interés, los lobbies, vigilan constantemente para que los partidos recojan los sufragios de las personas sobre las que tienen influencia, y también para que los partidos cumplan sus compromisos con estas personas. En la práctica, la política así concebida es una combinación de intereses particulares, donde el interés general siempre es dejado aparte. La bancarrota del Estado es un claro ejemplo: el Estado ha dilapidado durante mucho tiempo la economía de sus ciudadanos, y está fuera de cuestión que un día pueda reembolsarlas. Las gentes han comprendido que el Estado ya no puede representar su prerrogativa natural: asegurar el bienestar de todos. Y esto es así porque ningún partido puede asegurar una sociedad de libertad.

¿El Movimiento de Reagrupación Nacional, que usted ha creado, está abierto a todos?

Es un movimiento, no es un partido. Debe estar abierto a todos. Su objetivo más urgente es limitar los flujos migratorios actuales y bloquear la nueva ley sobre la doble nacionalidad. Todos aquellos que quieren impedir el proyecto de la doble nacionalidad, desde el ministro y presidente bávaro Stoiber hasta el antiguo jefe del NPD, Deckert, pueden tomar parte en el Movimiento. Solamente el pueblo tienen el derecho de decidir el propósito del derecho de nacionalidad, no los grandes partidos, ni el Congreso Nacional Israelita.

¿Teme ser tratado como "fascista", o piensa como nuestros lectores que la representación del nacional-socialismo ha sido difamada y falseada con fines políticos?

Usted mezcla en su pregunta dos cosas muy diferentes. No temo la evocación de Auswitch, esa maza blandida contra los intereses generales de los alemanes y de otros pueblos. Necesitamos neutralizar ese arma, necesitamos afrontarla y no dejarnos intimidar. Sin duda, la imagen del nacional-socialismo ha sido falseada, en particular no se hacen diferencias entre las preocupaciones legítimas del pueblo alemán en 1933 y aquello que el movimiento hitleriano llevó o no llevó a la práctica. Hemos llegado a una situación en la la que se piensa que todo aquello que ha podido decir el nacional-socialismo, y más particularmente Hitler y sus sostenedores, es tabú por el simple hecho de quien lo ha dicho, no por sí mismo. Este es el error, porque aunque han tomado formas diferentes, los problemas siguen siendo los mismos. Considero que es esencial devolver al ámbito de una economía nacional aqello que hoy día está en las manos de un capitalismo mundial sin reglas; es necesaria una economía al servicio del pueblo. Hoy en día, la persona existe solamente en la medida en que pueda ser de utildad para el sistema. Esta forma de sociedad es inhumana. Es necesario ponerle fin, lo que a mi entender implica un reforzamiento del principio de la nacionalidad. Esta demanda tomó forma en Alemania durante los años 30. Pero no solamente en Alemania. En otros Estados europeos se intentó imaginar una vía socialista no comunista para encarnar los ideales nacionales. Estas tendencias eran muy fuertes en los mismos Estados Unidos. La política de Roosevelt, que los tribunales invalidaron parcialmente por atentar contra la constitución americana, no estaban en el fondo muy lejanas de las medidas económicas de los nacional-socialistas. Todo esto hoy en día es ocultado y silenciado. Ahora, nuevamente ha llegado el tiempo en que dejemos de doblegarnos.

 

NOTA: El amplio movimiento de resistencia a la doble nacionalidad que se ha desplegado en Alemania, en particular los sucesos ocasionados por una petición de la CSU de Baviera contra el proyecto socialista, han provocado una ligera modificación del texto inicial. En su versión actual como proyecto de ley para implantar el "Jus Solis", todos los extranjeros nacidos en Alemania recibirían automáticamente la doble nacionalidad, y a la edad de 23 años deben optar por una sola nacionalidad. En su proyecto inicial, todos los extranjeros nacidos en suelo alemán recibirían desde su nacimiento la nacionalidad alemana y podrían conservar de forma vitalicia su nacionalidad de origen.

(Traducción de Sanyago Rivas)

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