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La memoria de la Otra Europa

Hacia una historia del FES (I)

Hacia una historia del FES (I)

El trabajo cuyo primer capítulo aquí se ofrece es recopilación, enmienda y culminación de otros trabajos previos, cuyo origen remoto está en la Memoria de Licenciatura de Francisco Blanco, en la Facultad de Historia.

 

Se presenta como lo que es, sin más pretensiones: una aproximación a una historia. Por desgracia, hasta hoy, la única aproximación que se ha intentado. 

Bienvenidas serán las críticas que se hagan desde el rigor, la reflexión y la referencia precisa a los datos. Contribuirán a mejor edificar una historia que, por la limpieza de intención de quienes la vivieron, por el entusiasmo que despertó en tantos, merece un trato justo, un juicio informado y veraz.

 

Metodología

Antecedentes y controversia ideológica

El estado de la cuestión

Para la elaboración de este trabajo de investigación se ha utilizado como base fundamental  la  Memoria de licenciatura  "El FES, una manifestación de la oposición falangista al régimen de Franco" redactada por  Francisco Blanco; no obstante, al integrarlo como un artículo en un estudio más amplio se han suprimido ciertos apartados que pudieron tener sentido dentro de la Memoria en su dimensión de obra completa, pero que aquí no lo tienen. A partir del estudio del FES como la manifestación alternativa de la Falange más coherente y duradera, se han indagado otras conductas de grupos falangistas paralelos a él, anteriores o posteriores en el tiempo.

Además de la utilización ya reseñada en su día de la colección documental del FES y de las entrevistas realizadas, se añade la consulta a publicaciones de la Falange Española de las JONS Auténtica y de documentación obrante en el Archivo General de la Administración del Estado.

 

Antecedentes y controversia ideológica.-

 

Junto a la conducta de falangistización del Estado durante la guerra civil 1936-39 y en los años posteriores a la misma es posible seguir un contrapunto de disidencia por parte de minoritarios sectores de falangistas que entendían que el proyecto esbozado durante la época republicana por  los líderes históricos de la Falange Española, es decir, en el tramo 1933-36  no  se estaba cumpliendo.

 

La corta vida del proyecto político de José Antonio Primo de Rivera, que junto a los antecedentes de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, tuvo una duración autónoma de tan solo cinco años, unido al papel histórico desarrollado por la Falange durante la guerra civil y el régimen franquista, han producido una falta de definición clara  sobre  qué era  la Falange, sobre si tuvo o no el el poder , así como interpretaciones varias sobre la actitud de disidencia o pseudodisidencia  que  pequeños núcleos falangistas pudieron tener. En todo  ello  ha influido la variedad en el  comportamiento de  los falangistas, lógica si tenemos en cuenta los numerosos contingentes amparados bajo dicha denominación y que constituyeron el partido político con más afiliados habido en la historia de España.

 

El clásico libro de Stanley Payne, “Falange, Historia del fascismo español”,  subrayaba la falta de homogeneidad, las profundas diferencias y la dificultad en saber lo que la palabra falangista significaba para cada uno de los que así se llamaban (3). A esa dificultad se añadía la suposición de algunos que pensaban que la ignorancia sobre el conocimiento de la Falange era mayor dentro de España que fuera y que tal desconocimiento se acrecentaba entre los que se denominaban falangistas (4). Todo un mar de confusión.

 

Para S. Ellwood, estudiosa del  fenómeno azul, en su texto Prietas las Filas la variedad era más aparente que real y a la larga la diversidad descansaba en lugares comunes de referencia (5), dando a entender una versatilidad tremenda en la Falange que la llevaba a una continua historia de adaptacionismo. Un "coyuntural-oportunismo" con base en el medro. Tales opiniones pueden tener una parte de verdad, con las reservas debidas ante el olvido de la británica de ciertas manifestaciones del falangismo o de falangistas atípicas para su visión del asunto.

Entendemos que son observables a lo largo de la historia del movimiento falangista  una serie de constantes, que se  manifestaba  como divergencias notables de las que señalamos  como sintomáticas y expresamente reveladoras:  las relativas al fenómeno religioso y eclesial, al mundo del trabajo, al mundo estudiantil y a las "previsiones sucesorias" o sea a la forma de la jefatura del Estado.

 

1º- La aceptación implícita del catolicismo  como  pilar  fundamental de la elaboración doctrinal falangista ha sido comúnmente aceptada; sin embargo en esto ha habido contestaciones y, por supuesto, la práctica religiosa o las relaciones con la Iglesia, o mejor, con su jerarquía, han sufrido vaivenes desde los primeros tiempos. Vaivenes que no quedaron estancados en la pugna del primer tiempo del régimen sino que rebrotaron con cierta frecuencia.

 

2º- En el mundo del trabajo observamos posturas contrapuestas. Desde la Falange, que aportaba el contenido social al régimen del general Franco, se actuaba  también  en  tareas policiales represivas y se ordenaba, por poner un significativo ejemplo, a los falangistas a tomar "medidas enérgicas de represión" contra quien repartiera pro da subversiva, colaborando con la Policía a tal fin (6) o con quien participaba en movimientos de contestación a la política sindical ordenada.  Con ese tipo de pro da, o sea subversiva, desde la Falange también se incitaba a la manifestación, a la huelga y a responder contra las medidas de represión del Estado (7). Existen muchos testimonios escritos de cuál era la postura del conglomerado FES, alentando a la huelga en Barreiros, en la Standard, en los  sucesos de Granada del año 70 y en otros conflictos obreros.

3º.-El Sindicato Español Universitario fue el organismo controlador universitario, falangista, del que se sirvió el régimen franquista y desde el IV Consejo Nacional de El Escorial de 1940 olvidaba su papel de "gracia y levadura" adjudicado por Primo de Rivera, cercenando la inquietud revolucionaria de sus miembros; pero también en la Universidad, años más tarde, fueron frecuentes la llamadas contra el   ejercicio   controlador   del   Estado  o  contra  la represión policial.

 

Se podrá argumentar que esas disidencias obreras y estudiantiles eran "rebeldía fascista" o un "romanticismo demencial", pero no podrá negarse su existencia. Porque quien de esto más supo sí lo dijo. Nos estamos refiriendo al Coronel José Ignacio Sanmartín, máximo responsable del Servicio Central de Documentación de la Presidencia de Gobierno, quien en su libro Servicio Especial señala a la UTS como movimiento de oposición sindical, de menor importancia que Comisiones Obreras, Movimientos de Apostolado Obrero o STV. Definía a la UTS como "movimiento confederal de línea aparentemente apolítica que  preconizaba la lucha sindical seguida del diálogo". (p.149) Para San Martín en el apartado grupos políticos que apoyaban la subversión en la enseñanza señala "…los de la Falange disidente (FES, FSN, Fuenteovejuna, etc), mas los de tendencia castrista, trotskista y anarquista, pero la mayoría de ellos eran poco activos y algunos sólo existían en el papel." (p. 146)  

4º.-   Discrepancias en cuanto a la aceptación del régimen, del Jefe del Estado, de las previsiones sucesorias etc. establecieron un fuerte contraste entre las posturas de los falangistas. El acatamiento a la salida monárquica por estar ordenado por el Generalísimo -y sólo por eso- era señal de poco amor para el futuro jefe del Estado Naturalmente la postura de abierta contrariedad ante aquello era mucho más frecuente en las filas juveniles falangistas.

 

 

 

Por ello, con tamaña disparidad de criterios, ¿no sería más correcto hablar de Falanges o de una Falange poliédrica en vez de hablar de Falange o de la Falange?

 

La existencia, por la diferencia de opiniones, de varias Falanges, ya fue puesta de manifiesto por Manuel Cantarero del Castillo, aunque él las reducía a grupos falangistas que se organizaban dentro del Movimiento, por lo que la heterogeneidad  tenía un marco  claro de  referencia, no discutido,  para las distintas tendencias. En sentido estrictamente legal "todo y todos" eran falangistas, es decir miembros de FET y de las JONS, que por mucho que acabara rebautizándose como Movimiento Nacional no dejaría nunca de ser FET y de las JONS.

Si en las primeras etapas del régimen se pudo identificar Estado y Falange, el paso del tiempo había hecho que tal ecuación careciera de sentido. Eso se desprende al menos de las opiniones de los falangistas a partir de los sesenta.

 

Para conocer lo que la Falange representaba para los falangistas se ha acudido a dos publicaciones. La primera es una pequeña encuesta que el Diario Informaciones realizó el 31 de Octubre de 1968 con el título "¿Qué pasa en la Falange?". En el  vespertino madrileño, los francofalangistas encuestados, fuera ya de lugar, se mostraban absolutamente tranquilos sobre el estado de la Falange y daban sorprendentes respuestas como la de que "la Falange estaba en su momento" o bien "que se prolongaba en el Movimiento". Otros entendían  que su final era inevitable y que debía ser "honrosamente licenciada" (sintagma  serranista del 45 que hizo fortuna) porque no tenía sitio  en áreas donde imperaban los sistemas  democráticos. ¿Qué había conducido al Informaciones a realizar aquellas preguntas? La percepción clara de falta de monolitismo dentro del conglomerado falangista.

 

Incidentes ocurridos  un  par  de   días  antes en el madrileño teatro de la Comedia, contaban con la justificación de Dionisio Ridruejo  para quien la protesta era explicable aunque "ligeramente tardía". Quien fuera destacado falangista en los primeros tiempos había abandonado la militancia oficial en 1942, aunque según el mismo declaraba "de la Falange esencial no me voy" y aún seguía manteniendo contactos con actos del oficialismo falangista en 1953. Su evolución a posturas socialdemócratas llegaría poco más tarde. Ninguno identificaba ya Estado con Falange, aunque malabarismos dialécticos veían continuación o prolongación de una realidad en otra cuando el ascenso de la tecnocracia, políticos más o menos ligados al Opus Dei era un hecho, la Ley Orgánica del Estado había sido aprobada y el  falangismo del régimen se recluía en fúnebres conmemoraciones en Noviembre o en apolillados recuerdos los 29 de Octubre. En los años 68 o 69, auténticos puntos de inflexión para el franquismo, seguían dándose interpretaciones pintorescas, pero claro se veía que eso llamado Falange se iba acumulando en el campo de la marginalidad, posiblemente por falta de uso.

Una segunda publicación es el libro Falange Hoy de Miguel Veyrat / Navas Migueloa a producto de una encuesta  de veintiuna preguntas realizadas  en 1973 a  cuarenta y un falangistas. Al ser mayor el número de encuestados las respuestas a lo que la Falange significaba entonces para ellos tenía mayor variedad. Los más fervientes francofalangistas seguían pensando -¡a tres años del desmontaje del régimen!- que la Falange se proyectaba en el Movimiento y cubrían  de  retórica  sus  explicaciones;  para  otros, la Falange no  existía. Había una idea que se prestaba a múltiples interpretaciones, en ocasiones incluso contrapuestas.

 

Resulta claro que uno de los problemas fundamentales que plantea el estudio de la ideología falangista reside en su definición. Poner límites  precisos a los pensamientos, a veces divergentes de sus figuras más representativas, resulta complejo. Las causas de ello estarían en el escaso periodo de tiempo con vida autónoma de la Falange, anulada con la vorágine de la guerra, y su inclusión en una amalgama de fuerzas a las que prestó su léxico particular y sus símbolos. Confluyeron gentes de formación muy distinta y no quedó tiempo de perfilar con exactitud aquella aventura original, moderna y genuinamente española.

 

Normalmente se viene contemplando como la versión española del fascismo. A tal conclusión se llega en los intentos de agrupar posturas por afinidades. En el caso de la Falange, si bien es posible establecer relaciones -en muchos casos puramente estéticas- con los modelos alemán e italiano, es también cierto que hay algo distinto. La filosofía sustentante al ideario falangista expuesta por Primo de Rivera y estudiada en profundidad por Adolfo Muñoz  Alonso y  Salvador de Brocá o Argaya Roca  (8) distaba radicalmente de los presupuestos alemán e italiano.

La originalidad del planteamiento político, las  transformaciones sociales reclamadas en época republicana, los rasgos de independencia con otras formaciones políticas, que a la  larga y a la fuerza se vieron convertidos en un solo partido, obligan a prestar una atención más divergente a la Falange Española, mermada con el simple etiquetaje de "fascista". Tal término, que ha adquirido connotaciones de insulto, excluyendo prácticamente otros posibles significados conforme a pensadas estrategias del lenguaje, resulta sumamente impreciso. En palabras del profesor Muñoz Alonso "ser fascista es hoy  un  ignominia y declararse fascista supone  una depravación moral y una provocación criminal" (9). Con la palabra "fascismo" no se define una opción política aparecida en el tiempo, se quiere definir el conjunto de los males; viene a ser la nueva figura del demonio para quienes de ella usan como venablo arrojadizo que paraliza cualquier posible acto noble de tan miserable postura.

 

Por otra parte, la figura de José Antonio Primo de Rivera, máximo exponente de la Falange, se ha mantenido en una interesada idealización por parte de sus camaradas, fervientes seguidores del Estado del 18 de julio, y también de quienes lo instrumentalizaron a lo largo del tiempo sin declararse camaradas suyos. Ese grado de lejana idealidad en que se ha sumergido su figura ha sido refrendado por historiadores desde ópticas distintas, cuyos juicios, en general, acerca del hijo del  Dictador bien pueden ser calificados de positivos. Como botón de muestra quedan las palabras del historiador americano Jackson y del líder anarquista Abad de Santillán para quienes José Antonio era algo mucho más complejo que la de simple líder de un partido fascista (10). Y quedan los cuatrocientos cuarenta y nueve juicios que Enrique de Aguinaga y Emilio González Navarro han recopilado en el texto Sobre José Antonio  para quien quiera ver valoraciones u opiniones, favorables o contrarias sobre el hijo del Dictador. 

Enfrentándose a tales posturas hay  otras  bastante menos favorables para la Falange. Y no ha sido extraño encontrar  (y aún sigue hoy ocurriendo entre algunas gentes) la paradoja de situar en sus charlas políticas más espontáneas a un José Antonio "enfrentado" a la Falange. Tal contradicción no dejaría de tener una fuerte dosis de razón. "Joseantonianos" se han declarado personajes que no entendían la Falange como instrumento político y, desde luego,  si contrastamos los planteamientos de Primo de Rivera con las respuestas políticas reales que dieron reconocidos falangistas como Fernández Cuesta, Girón de Velasco o Arrese Magra se llegará a la conclusión que la Falange -lo que por tal se conoció- se alejó bastante de lo que su fundador pretendía. Quedaría por ver si la Falange no ha podido ser otra cosa más que la Falange real, la de los representantes aludidos.  Y, efectivamente, eso fue. Salva a la Falange en general, además de ciertas realizaciones y encomiables actitudes personales de algunas de sus organizaciones, el estar situada en el marco de la filosofía  idealista, que puede recurrir a la idea cuando cuando la realidad no fue precisamente ejemplar. Es la ventaja de este modelo.

 

La obra política con efectos reales de mando, al disponer de parcelas de poder, refleja como Falange posible la de aquellos que se integraron en el Estado franquista; pero aún así, desde prácticamente la desaparición de Primo de Rivera y, sobre todo, cuando su Falange  era engullida por el nuevo Estado con el consentimiento de la mayoría de los falangistas, hubo voces que se alzaron contra aquel estado de cosas puesto que no veían allí a la Falange y pretendían algo distinto.

El estado de la cuestión.-

Fue el estudio del americano Stanley G. Payne  el primero de los trabajos que analizaba el fenómeno de la Falange (14). Publicado  en  Francia por la editorial Ruedo Ibérico en 1961 y por tanto de carácter clandestino,( el prológo de la obra estaba escrito por  un histórico de la falange  -Vicente Cadenas- con el seudónimo de Francisco Farreras) servía para un concienzudo repaso de lo que había sido la historia de la Falange. Hacía incursiones importantes -por desconocidas- en lo que podríamos denominar como Falange no ortodoxa. En las respuestas falangistas producto del desencanto creía ver el único residuo idealista de la Falange. Naturalmente las formaciones surgidas en los años 60 y 70, por   razones obvias, no pudieron ser objeto de su estudio. Del mismo autor Franco y José Antonio donde amplía el espacio y tiempo de Estudio y priva al texto del calor y la admiración que marcó en su Obra primera  

 

Partiendo de esa obra pionera, Eduardo Álvarez Puga (15) publicó una Historia de la Falange en donde dedicaba atención en su parte final a lo que titulaba "Las discrepancias de la Falange" in­cluyendo, muy de pasada, desmanes de descontentos en algunas celebraciones falangistas, pero sin prestar apenas dedicación a este tipo de divergencias, centrando su estudio en la Falange oficial.

 

Una excelente aportación fue la realizada por Heleno Saña en la revista Índice (16). En sucesivos capítulos pasaba revista al fenómeno de la Falange y se dedicaba, en la parte final, al estudio de una "Falange proscrita" en donde mezclaba en cajón de sastre, perfectamente inteligible para aquel entonces, a Círculos Doctrinales José Antonio y al FES. 

 

Una buena contribución sobre el Frente de Estudiantes Sindicalistas se hacía desde el libro Prensa y Publicaciones clandestinas en España ( ¿autor? ) aparecido en el año 76 y que además de mostrar un panorama reciente en la mente de muchos, lo que dificultaba la componenda y la reescritura interesada de la historia, presentaba la originalidad del enfoque: no se trataba de analizar a la Falange o a los grupos falangistas sino a aquellos que habían luchado contra el régimen del general Franco. El estudio de esta disidencia falangista y la transcripción de textos publicados por el FES ofrecían una información que, aunque breve, consideramos veraz y muy positiva.

 

Una aportación que pretendía ser "total" era la de la inglesa Shellag Ellwood (18) que abarca hasta el año 1983. Para su director, Paul Preston, se alcanzaba con el libro "Una nueva etapa historiográfica en el análisis del franquismo". Un libro para el que la autora pudo dedicar tiempo gracias a una beca de investigación y que cuenta con estudio documental y  remisión a fuentes orales. Por lo que a nuestro trabajo respecta, Ellwood dedica un apartado a la Falange no franquista que entiende como un todo, desde los primeros brotes de rebeldía durante la guerra hasta el final del franquismo. El apartado dedicado al Frente de Estudiantes Sindicalistas resulta aceptable  en cuanto al relato de hechos en los que participó el grupo, teniendo en cuenta que  su aportación es casi única, mas las valoraciones que realiza son sumamente discutibles y entendemos que habla por boca de otros al adjudicar al FES características próximas a una secta.

 

En la Cárcel Modelo de Barcelona firmaba Ernesto Milá una pequeña obra sobre los "años oscuros de la Falange" (19). El recorrido bastante completo, aunque conciso, de los distintos grupos falangistas y su buen conocer de los entresijos de las tales formaciones hacen de este texto, de limitada repercusión, una  interesante  obra para  entender la múltiples variedades falangistas. El espacio dedicado al FES o a FEi supone el reconocimiento de la importancia y originalidad que aquello tuvo entre el marasmo del falangismo.

 

Otro importante trabajo, el texto de Sáez Marín sobre el Frente de Juventudes (20), aportación  valiosa, documentada (a veces en exceso por la poca importancia en cuanto a la divulgación de la documentación ofrecida en) y esencial para conocer la historia de esa organización. La atracción por el tema, demostrado en la laboriosidad de lo que fue una tesis doctoral, parecen la obra de un iniciado, perfecto conocedor de los entresijos de aquel gigantesco movimiento juvenil. El epílogo, en línea con la más rigurosa y normalizada crítica acerca del fenómeno de la Falange, parece la obra de un converso sujeto a las pautas dominantes, encasilladoras del fenómeno falangista. Aportaciones que arrojan luz sobre la prehistoria de la disidencia falangista que se estudia en este trabajo nos han servido para el establecimiento de ciertas conexiones y la confirmación de antecedentes.

 

Uno más de los textos utilizados ha sido el de Onrubia Rebuelta (21) cuyo valor fundamental reside en la transcripción de documentos críticos hacia el franquismo por parte de falangistas o de grupos falangistas con especial dedicación al FES. Yerra en situar en el mismo cajón de sastre a Círculos Doctrinales José Antonio y al Frente de Estudiantes Sindicalistas. Si Heleno Saña pudo hacerlo, la historia siguiente no aconseja precisamente realizar tal unión como si de dos estructuras complementarias se tratasen. El aporte documental realizado aproxima el texto a nuestro trabajo, pero como el análisis es prácticamente inexistente y la narración realizada, exceptuando algún importante hecho puntual, no es ya novedosa, y apenas si puede tener considerandos válidos para lo que aquí nos ocupa.

 

Sabemos también de estudios realizados sobre aspectos próximos al nuestro como son los de José Luis Rodríguez Jiménez publicado como La Extrema derecha en España o los de Miguel Ángel Ruiz Carnicer. Ambos expusieron sus avances en el ya lejano Congreso Internacional "La Oposición al régimen de Franco". El primero acerca de la Izquierda nacional y el segundo sobre el  SEU y la contestación universitaria. Ambos aportaron interesantes datos y conclusiones en el Congreso citado. La exposición de Rodríguez recorría agrupaciones falangistas coincidentes en el tiempo con el FES, pero nunca se citó a éste en el conjunto de aquella "Izquierda nacional" que el régimen posiblemente utilizó como tubo de escape que mostrara la posibilidad de posturas  presuntamente discrepantes. Rafael Ibáñez ha realizado un relato completo y conciso de la Falange de la transición que puede seguirse en la dirección de Internet http://members.es.tripod.de/FSLN/fetransi.htm

Tenemos pues dos tipos bien precisos de obras, ambos con claros intereses. De una parte textos como los de Onrubia o Milá son claramente favorables a la divulgación de la contestación falangista por tratar de crear distancias con el régimen de Franco. Otros textos como los de Sáez Marín o Ellwood parten de un encorsetamiento del fenómeno falangista ajustado a listones tales como búsqueda de la pureza del fascismo o la versatilidad de la Falange para acomodarse a situaciones muy variadas, premisas que parecen  necesarias para acercarse al estudio de este tema y que ya, desde aquí, avisamos que no compartimos.

 

Un panorama pues, que va arrojando luz en cuanto al estudio del mundo de la Falange y que nos ha servido como reveladores de la periferia de lo aquí tratado. Las obras de Milá, Onrubia y Ellwood traspasaban esos umbrales periféricos y demostraban el conocimiento de la trama del falangismo disidente con sobrada capacitación; pero los tres, partiendo de posturas muy distintas y con obras de muy diverso calibre, reunían a las distintas formaciones falangistas de disidencia. Precisamente uno de los objetivos de este capítulo es mostrar la radical diferencia que el conglomerado conocido con el nombre del FES supuso para la Falange.

NOTAS

 

3. S. G. PAYNE, Falange, Historia del Fascismo Español, París, Ruedo Ibérico. 1965, Prólogo del traductor p. VIII.

 

4. Ibidem. Prólogo del traductor p. VIII.

 

5. S. ELLWOOD, Prietas las Filas, Barcelona, Crítica Grupo Editorial Grijalbo, 1984. pp. 203‑251.

 

6. Ejemplo de esas tareas parapoliciales está en la circular enviada  por Jesús Aramburu a los militantes falangistas de Madrid. Ver Documento nº 2

 

7. La incitación a la manifestación y a la huelga está reflejada en los panfletos que el grupo FES lanzó con ese nombre o con los de UTS, FNT o Falange Nueva.

8. A. MUÑOZ ALONSO, Un pensador para un pueblo, Madrid, Ediciones Almena, 1974, p. 525.‑ Salvador de Brocá,  Antecedentes filosóficos del pensamiento de José Antonio Primo de Rivera y de Ramiro Ledesma, Universidad de Barcelona.  Secretariado de Publicaciones, Intercambio científico y Extensión Universitaria, 1976, 23 págs.

9. A. MUÑOZ ALONSO, Ob. cit., p.96

 

10. G. JACKSON, La República Española y la guerra civil 2ª Ed. Crítica Grupo Editorial Grijalbo, 1976, pp. 168,  169. D.

 

ABAD DE SANTILLÁN, Por qué perdimos la guerra, 1ª ed., Plaza y Janés, Col. El arca de papel, 1977, p.43.

 

11. L. ÁLVAREZ GUTIÉRREZ, "Ensayo bibliográfico sobre José Anto­nio Primo de Rivera". Separata del volumen Estudios de Historia Contemporánea, Madrid, CSIC, Instituto Jerónimo Zurita 1976, pp. 441‑495

 

12. D. JATO MIRANDA, La Rebelión de los estudiantes Madrid, Imp. Romero Requejo S.L, 1975, 4ª ed., 616 págs. Adolfo Muñoz Alonso, Ob. cit.

 

13. J. ONRUBIA REBUELTA Bibliografia sobre el Nacional-Sindicalismo, Madrid, La Hora de España, 1987, 35 págs.

 

14. S. G. PAYNE, Ob. cit.

 

15. E. ALVAREZ PUGA, Historia de la Falange, Dopesa, 1969, pp. 210-211.

 

16. H. SAÑA , "La Falange: Intento de un diagnóstico" en Índice de las Artes y de las Letras núm. 269-270 de 15.05.70 y 01.06.70.

17. R. CHUECA, El Fascismo en los comienzos del Régimen de Franco. Un estudio sobre FE JONS, Madrid, CIS,  1983, 548 pags.

 

18. S. ELLWOOD, Ob. cit 

 

19. E. MILÁ, Falange Española 1937-82 Los años oscuros 1ª ed., Barcelona, Ediciones Alternativa, Noviembre de 1986, pp. 40-46  y 69-75.

 

20. J. SÁEZ MARÍN, El Frente de Juventudes, Madrid, 1ª edición, Siglo XXI, Octubre de 1988, 515 págs.

 

21. J. ONRUBIA REBUELTA, Historia de la oposición falangista al régimen de Franco en sus documentos, Madrid, 1989, 156 págs.

Publicado en El rastro de la historia

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