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La memoria de la Otra Europa

Los verdaderos racistas

Los verdaderos racistas

O como el igualitarismo liberal conduce al genocidio

Cada vez que pueblos y razas diferentes entran en contacto unos con otros, las diferencias que les separan saltan a la vista. Y no podría ser de otro modo! Queramos o no, en sus relaciones reciprocas serán siempre "racistas" porque serán dictadas por la actitud que cada raza adoptara en respuesta a las diferencias que son visibles en la otra. De ese modo, constatamos dos tipos de actitudes: la heterofilia y la heterofobia (del griego hetero - otro, philos -- amor y phoboos -- odio). En la actitud heterofilica (amor a las razas), las diferencias son reconocidas, respetadas, admiradas, llegando a veces al punto en que el heterofilo acaba por esforzarse en parecerse al otro, en ser "como él." Todos hemos visto a personas de origen europeo devenir en discípulos de Harekrishna y en que forma su admiración de la cultura india les lleva a perder su identidad como europeos. Otros se apuntaran a ciertos "grupos de defensa" de grupos minoritarios, cuya causa pretenden desarrollar en detrimento de su propio pueblo y de su propia nación! Este comportamiento se llama heterofilia extrema o xenofilia.

Por otro lado, la percepción de las diferencias en los otros puede igualmente suscitar el rechazo: una actitud que llamamos heterofobia. Presenta dos modalidades: 1.) el extranjero y su diferencia son devaluadas y el es sometido, esta es la solución del racismo corriente. 2.) Su diferencia es neutralizada, asimilada. Esta es la estrategia imbécil de nuestros liberales.

Por tradición ideológica, el liberal es incapaz de tolerar y de respetar aquello que hace a un pueblo diferente. Veamos el ejemplo del africano: el liberal trabaja sin descanso para eliminar sus diferencias, "educándole" y "civilizándole". El africano deberá vestirse como un europeo, habitar una casa igual a las europeas, hablar la lengua de su "civilizador", adoptar su religión y consumir sus productos.

Existe aquí un imperialismo cultural que destruye y aniquila todo lo que daba sentido a la vida del africano: su propia cultura. Su identidad ha sido neutralizada. El africano ha sido transformado en una copia, nunca fiel al original europeo... es decir, en un zombie. ¿Donde quedan el espíritu del africano, su razón de vivir, si él elige constantemente imitar un modelo alógeno?

No existe un espíritu creador, como tampoco existen razones para vivir, sin la consciencia de ser nosotros mismos. El respeto por si mismo solo es posible si se afirma la propia cultura con orgullo. El respeto por si mismo presupone una actuación según y en armonía con nuestra cultura. Pues desde los tiempos inmemoriales en que existen los pueblos y las razas, se estableció un equilibrio armonioso entre la cultura viviente, la cultura del pasado y la psicología de un pueblo o raza particular.

El imperialismo cultural no ve lo peligroso de su acción: el Otro es de este modo "domesticado" "neutralizado" e introducido en "su" nueva sociedad como un caballo de Troya! Se asiste en tanto a una neutralización inversa: la ausencia de diferencias en el Otro inhibe y neutraliza, en los autóctonos, las reacciones de percepción y de perpetuación de las diferencias.   Resultado: el Otro que generalmente experimenta dificultades (normales) en integrarse en el nuevo entorno (extraño para él) de su "dominador" cultural, deviene rápidamente en un un igual. Esta homologación cultural conduce la ruptura de las distancias, cuyo resultado final es el mestizaje. 

El mestizaje implica la supresión definitiva de las diferencias entre los pueblos. Es la perdida de la identidad no solo del subyugado o colonizado, sino también del "imperialista" cultural. Destruye a los dos pueblos y culturas. Se asiste así a la extinción de dos variedades de una especie, en un mundo, donde paradójicamente, la desaparición de las subespecies es una preocupación muy actual! Es, en el sentido preciso, un genocidio! ¿Los responsables de esta destrucción de los pueblos, no son, en realidad, los verdaderos racistas?   

Existe una tercera vía en las relaciones interétnicas. Consiste en la toma de consciencia de las diferencias de los otros. En su respeto. En dejar a los demás vivir a su manera, con lo cual se evitan las agresiones. Respetando a los otros, nos respetamos también a nosotros mismos.

Las culturas pueden aprender y enriquecerse mutuamente. El Renacimiento, por ejemplo, nació de contactos con el Oriente. Descubrir y aprender a conocer sociedades diferentes, con tradiciones, formas de vida y cosmovisiones propias, abre los horizontes, la consciencia y enriquece el alma. Algunos genios de la música clásica fueron influenciados por el Oriente. Algunos ejemplos: «Sur un Marché Persan» de Katelby, «Sherazade» de Rimskikorsakov, «Aida» de Verdi. Y «Madade Butterfly» de Puccini. Pero para que tales intercambios y enriquecimientos mutuos ocurran, deben existir pueblos y culturas diferentes. 

El mundo humano es rico en su diversidad de culturas, identidades y razas. El liberal, como gran igualitarista heterofobo, nos ofrece al contrario, el ideal fantasmagórico de una raza única "café con leche", de lengua y cultura única.

Ese mundo prometido por tal ideal liberal es utópico y su población no tendrá el mismo nivel cultural de los pueblos originales.  

Todos los pueblos tienen derecho a su lengua, su cultura y su tierra. Tienen derecho a la autodeterminación, a su identidad y a su alma propia. Todos los pueblos, incluyendo a los pueblos europeos.

Autor: Stéphanie Schoeman

1 comentario

Gabriel -

Tienes razón en cierto sentido, sin embargo hay que recordar que todo mundo tiene derecho a ser uno mismo siempre y cuando no afecte el mismo derecho de los demás, es decir, uno no puede ser un canibal ya que afecta el derecho vital y singular de otra persona y lo mismo debe ser entre naciones.