No olvidamos a nuestros heroes, no perdonaremos a estos miserables
Sr. Director.:
En la oscuridad de la noche, mucho antes de que el corneta de guardia tocara diana en La Plaza de España coruñesa --allí donde jugué de pequeño—se escucharon pasos. Sorprendido, grité: "¡ Alto ¿Quién vive? ¡ ". Por respuesta, sólo se oyó las voces de los tres operarios que hablaban entre si de una tal “Memoria Histórica “ y, junto a una pala excavadora, se disponían a desmontarme.
"¡ Santo y Seña !", vociferé con energía, pero sólo el silencio respondió a mis palabras. Recordé después de tanto tiempo aquella frase que inculqué a mis valientes caballeros legionarios cuando su integridad corría peligro: "¡ A mi la Legión !". Nunca falló.
La camaradería hacia que todos a una se ofrecieran en defensa del necesitado. Pero, en esta ocasión, nadie acudió a mi solicitud. Ante mi amarga sorpresa, aquellos audaces, temerarios y curtidos solados que un día instruí no aparecieron en mi auxilio. Volví a repetir: "¡ A mi la Legión ! ". Esta vez con más fuerza, pero nadie acudió.
Con el tiempo, me han dicho que esa frase se encuentra en desuso, ya que no es políticamente correcta. Si, ya me habrán reconocido, soy el General José Millán-Astray y Terreros, aquel que un día fundó uno de los cuerpos más gloriosos de nuestros ejércitos, el Tercio de la Legión, el que combatió en múltiples campañas en Marruecos, el primer novio de la muerte y el mutilado por la Patria.
Ahora me encuentro envuelto en una lona en el interior de una caja y en un sucio almacén municipal esperando cuál será mi destino final ante la desidia de aquellos que un día creyeron en mí ciegamente.
¿ Ya no recuerda la comisión para la restauración de la Memoria Histórica cuando el ilustrísimo general Gutiérrez Mellado, vicepresidente del primer Gobierno democrático en la Transición, solicito a mi hija uno de mis uniformes y mis condecoraciones ( siete Cruces laureadas de San Fernando colectivas, 22 Medallas Militares colectivas, Cruz de Guerra Francesa con palma de oro, 22 Cruces Laureadas individuales, y 211 Medallas Militares Individuales) para dar mayor realce y relieve, según el, al Museo Nacional del Ejército?.
¿ Que Memoria Histórica es la que arresta a un combatiente muerto, mientras homenajea a personajes vivos de oscuro pasado ?. Nunca entendí te tapias de cementerios ni de pelotones de fusilamientos. Sólo me preocupe de saber de trincheras y de lucha cuerpo a cuerpo.
A estos desmemoriados y expertos en historia selectiva les diría que yo presidía aquella plaza por ser el fundador allá por 1.920 del Tercio de Extranjeros, más tarde denominado Legión Española. Esa Unidad que cada año, ante su marcial desfile, allá por donde va, recoge la aclamación, el aplauso, y hace vibrar de emoción al pueblo español.
La misma que, con mi nombre ( X Bandera de la Legión Millán Astray del Tercio Alejandro Farnesio), se encuentra en la actualidad desplegada en diversos lugares del mundo como Afganistán, representando a nuestro Ejército, luchando y defendiendo con honor y valor, la paz y la libertad de los pueblos. ¡ Que gran incongruencia, e injusticia!.
En la soledad de este triste y abandonado almacén, sigo gritando: "¡ A mi la Legión!", pero nadie acude en mi auxilio. Todo esto se lo contó al que suscribe su General Millán Astray, mientras dormía. ¡ Solo fue un sueño!.
Articulo publicado en el Diario EL MUNDO el día 24 de Marzo de 2.010, firmado por Don Antonio Lozano Herrera. Tomares (Sevilla).
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