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La memoria de la Otra Europa

La Polvora y la Sangre

La Polvora y la Sangre

"Tacuara", 1963: El asalto al policlínico bancario autor: Roberto Bardini

Poco antes de las 11 de la mañana del jueves 29 de agosto de 1963, una ambulancia con la sirena encendida llegó al estacionamiento del Policlínico Bancario, ubicado en el barrio de Flores, frente a la plaza Irlanda. El conductor y su acompañante vestían guardapolvos blancos y declararon al guardia de la entrada que traían a un enfermo. El custodio observó que en la parte trasera del vehículo un hombre de rostro pálido yacía dormido en la camilla, cubierto por una sábana, y les permitió entrar.

Casi inmediatamente arribó al lugar una camioneta IKA de la Dirección de Servicios Sociales Bancarios con 14 millones de pesos de la época (alrededor de 100.000 dólares) destinados al pago de los sueldos del personal. A bordo del vehículo venían dos empleados administrativos custodiados por un sargento de la Policía Federal.

Dentro del policlínico, alrededor de cien personas -entre médicos, enfermeras y trabajadores- formaban fila ante la ventanilla de cobranzas. Como de costumbre, dos oficinistas salieron del edificio y se dirigieron a la camioneta para recibir los paquetes con el dinero.

-¡Quietos! ¡Esto es un asalto! se escuchó de pronto.

Las miradas del suboficial y de los cuatro empleados se volvieron hacia un joven rubio que empuñaba una ametralladora PAM. Paralizados momentáneamente no alcanzaron a ver a otros dos muchachos que los apuntaban con pistolas, escondidos entre los coches estacionados.

Ante un movimiento del policía, el rubio disparó una ráfaga: dos ordenanzas murieron en el acto mientras el sargento y los tres oficinistas rodaban por el suelo, heridos. Las personas que caminaban por el lugar se arrojaron cuerpo a tierra o corrieron hacia el edificio.

Repentinamente, aparecieron los dos jóvenes que estaban ocultos, tomaron los paquetes con el dinero y los subieron a la ambulancia que había llegado antes. En pocos minutos más todos los asaltantes huyeron.

A partir de la alarma, la División Robos y Hurtos de la Policía Federal citó a un testigo presencial, a dos empleados de la agencia de automotores donde quince horas antes se había alquilado la ambulancia y al chofer del vehículo, a quien le habían aplicado dos inyecciones a través del pantalón para adormecerlo (era el hombre pálido que yacía en la camilla de la parte posterior).

En la Sección Identificación, un comisario dibujante y experto en retratos hablados logró una descripción detallada de los asaltantes.

Los investigadores les mostraron a los testigos voluminosos álbumes con fotos de delincuentes con antecedentes. Al anochecer de ese mismo jueves 29 de agosto, la certeza era casi total: el asalto había sido cometido por dos conocidos malhechores con una extensa trayectoria al margen de la ley.

EL PIBE DE LA AMETRALLADORA

Al día siguiente, la Policía Federal hizo el anuncio: Félix Arcángel Miloro y Salustiano Franco eran los responsables del robo.

Miloro, alias El pibe de la ametralladora, tenía 27 años, medía un metro ochenta y cinco, y había sido integrante de la célebre banda de Jorge Villarino, hasta formar su propio grupo. El diario Clarín lo describió así: Bien parecido, alto, siempre sonriendo y vestido a la moda, su exterior recuerda antes al twist que a la pistola 45.

Franco, alias Salunga, tenía 33 años y todos sus hermanos eran delincuentes. Dos de ellos habían sido apresados en 1960, luego de un asalto en Barracas y un tiroteo con policías que se prolongó hasta Constitución.

La Policía Federal informó que muchos de los billetes de $ 5.000 eran de la serie “A” y su numeración iba desde el 04.578.001 hasta el 04.583.000.

La División Robos y Hurtos movilizó a sus 144 agentes tras los rastros de Miloro y Franco, consultó informantes, policías retirados, ladrones de segunda categoría y prostitutas, ordenó allanamientos y detenciones, e intensificó lo que en la jerga del periodismo policial se designa eufemísticamente como intensos interrogatorios.

No era para menos: según Clarín, el asalto al Policlínico Bancario “al constituirse por su importancia en el número uno de los ocurridos en nuestra capital en todos los tiempos, ha calado hondo en el ánimo de magistrados y funcionarios

Finalmente, un soplón dio la dirección de una vivienda en la provincia de Córdoba. El 10 de septiembre de 1963, alrededor de cien agentes federales se dirigieron velozmente al lugar. El aguantadero fue ubicado y rodeado. Adentro estaban Miloro y otro delincuente conocido como El gaitero Zarantonello; los acompañaba Ana Carbó, amiga de ambos.

Un oficial de policía ordenó a los gritos que se entregaran y que no intentaran escapar. Los pistoleros no se rindieron ni huyeron. Versiones posteriores indicaron que resistieron con coraje; un rumor aseguró que fueron literalmente masacrados.

Lo cierto es que el tiroteo duró media hora y cuando todo concluyó los cuerpos de El pibe de la ametralladora y El gaitero parecían coladores. En comparación, Ana Carbó fue casi afortunada: una ráfaga le arrancó la pierna izquierda.

El expediente del asalto fue cerrado y archivado.

LA TACUARA REVOLUCIONARIA

Seis meses después trascendió que Félix Arcángel Miloro había sido acribillado a balazos por error. El pibe de la ametralladora no había tenido ninguna vinculación con el asalto al Policlínico.

El joven rubio que empuñaba la PAM en la mañana del 29 de agosto se llamaba José Luis Nell Tacci (*) , descendía de irlandeses y era estudiante de Ciencias Jurídicas y Sociales. Sus compañeros lo apodaban Pepelu vivía en el barrio de Flores y uno de sus mejores amigos era un estudiante de Derecho y ex cadete del Liceo Militar General San Martín, llamado Envar El Kadri.

Otro de sus amigos, era José Joe Baxter, de 24 años, también estudiante de abogacía y empleado de Teléfonos del Estado. Nell y Baxter habían caído presos varias veces pero no eran delincuentes: eran militantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT).

Hasta entonces Tacuara estaba considerado como un activo grupo juvenil con gran inserción en los colegios secundarios de Buenos Aires, cuyos integrantes profesaban el revisionismo histórico y cuestionaban el sionismo.

Lo nuevo, ahora, era el agregado de Revolucionario a la denominación Movimiento Nacionalista. El asunto dio un giro de 180 grados, y de Robos y Hurtos pasó a la Dirección de Coordinación Federal y a la División de Orden Político.

Nell
, de 22 años de edad, estaba cumpliendo con el servicio militar en una base de la Fuerza Aérea en Río Gallegos (Santa Cruz). Al principio de su conscripción era chofer del ministerio de Defensa, pero fue enviado al sur como castigo al comprobarse que usaba automóviles del Ejército para -asuntos particulares (sus jefes, claro, aún no sabían en qué consistían esos -asuntos). Encapuchado y aún vistiendo el uniforme de soldado, Nell fue trasladado en avión a Buenos Aires el 26 de marzo.

En el aeroparque lo esperaba una custodia integrada por carros de asalto de la Guardia de Infantería, agentes de civil con armas largas y motociclistas del Cuerpo de Tránsito, que lo llevó directamente al Departamento Central de Policía, donde lo interrogaron hasta altas horas de la madrugada.

El 4 de abril de 1964, la Policía Federal informó que de enero a noviembre de 1963 los miembros del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara habían protagonizado -cuarenta y tres hechos terroristas. Ahora se trataba de ataques a los centinelas de la Escuela Superior de Guerra, la Dirección General de Remonta y Veterinaria del Ejército, el Tiro Federal Argentino y el destacamento de guardia del Aeroparque -Jorge Newberry-, con el objetivo de apoderarse del armamento. También habían robado municiones de un camión de la firma Duperial-Orbea y de la fábrica de armas Halcón.

Los nuevos tacuaras también habían realizado atentados contra la fábrica Philips, estaciones de servicio ESSO, supermercados Minimax y empresas de origen británico y norteamericano. Según la policía, se habían descubierto planes para atacar la guarnición militar de Campo de Mayo y efectuar acciones de sabotaje contra la usina central de SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires), un gasoducto ubicado en La Plata y depósitos de Shell.

En allanamientos a varios domicilios se habían encontrado, además, una imprenta y volantes de apoyo a la Confederación General del Trabajo y a la Juventud Peronista.

Con relación a las nuevas pistas del asalto al Policlínico, la Policía Federal divulgó una extensa lista de dieciocho detenidos y once prófugos.

La lista de detenidos, publicada en el vespertino, La Razón, era la siguiente: Jorge Caffatti, Lorenzo Posse, Gustavo Posse, Tomislav Rivaric, Horacio Rossi, Mario Duaihy, Alfredo Ossorio, Osvaldo Vanzini, Dámaso Fernández, Luis Arean, Nelson Latorre, Adolfo Infante, Alberto Pascual Fürpass, Horacio Bonfanti, José Luis Nell, Luis Barbieri, Carlos Fuentes y Eduardo Álvarez. Los prófugos eran Federico Russo, Amílcar Fidanza, Horacio Iglesias, Alfredo Roca, Ricardo Viera, Rubén Rodríguez, Luis Alfredo Zarattini, Jorge Cataldo, Carlos Arbelos, José Baxter y Juan Carlos Brid.

Algunos de los detenidos y prófugos no habían participado del asalto pero eran buscados por otros hechos.

Casi todos eran estudiantes que trabajaban, pertenecían en su mayoría a la clase media, se
definían como peronistas y, detalle para ser tomado en cuenta, la edad promedio era de veinte años.

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(*) Jose Luis Nell es uno de los personajes del ultimo filme de Luis Coco Barone, la excelente  LOS MALDITOS CAMINOS, donde se habla de la vida de Nell, del sacerdote tercermundista Carlos Mugica, y de la mujer que fue asistente amadisima de Mugica y esposa de Jose Luis Nell, Lucia Cullen. En esta pelicula, se narran los sucesos del asalto al Policlinico Bancario y se entrevista a sus protagonistas, como es el caso del intelectual peronista Alfredo Ossorio.

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