Blogia
La memoria de la Otra Europa

Patrick Pearse. Un patriota irlandés

Patrick Pearse. Un patriota irlandés

Guía y mártir por la causa de la Irlanda libre, Patrick Pearse regresa al candelero de la actualidad con ocasión de la publicación de una de las últimas obras de Jean Mabire: Patrick Pearse. Une Vie pour l´Irlande (Patrick Pearse. Una vida para Irlanda). Editado por las Éditions Terre et Peuple en 1998. 
Personaje emblemático de la revuelta irlandesa de principios del siglo pasado, Patrick Pearse encarna bajo la mirada de nuestros tiempos de hoy la síntesis lograda entre el nacionalismo y el socialismo. Irlandés solamente por parte materna, el pequeño Pearse nace en Dublín en 1879, tiempos en los que la dueña-Inglaterra todavía sigue asentando sus caprichos sobre una Irlanda que se asfixia desde hace siglos.
Joven partidario de una cultura enraizada, se compromete con la lucha por las Letras y las Artes al lado de los miembros de las Ligas Gaélicas, considerando que «si la Irlanda espiritual desaparece, la Irlanda real, entonces, también morirá». Comprendiendo que su lucha también lo es en el campo político, se une seguidamente a la Fraternidad Republicana Irlandesa, primer paso hacia la insurrección total..., armada con argumentos más “someros”. Brillante conductor de tropas, consigue imponerse como comandante en jefe en el seno del nuevo I. R. A.; siendo de hecho esta Irish Republican Army un conglomerado de diversos grupúsculos separatistas armados, entre los cuales se halla el I. C. A., fundado por el líder proletario James Connolly, haciendo coincidir su visión obrerista con la de Pearse, el patriota.
Resultando de esta afortunada amalgama, en 1913, el nacimiento del I. R. A., hostil al invasor inglés, que lucha por una reunificación de las dos Irlandas y su autonomía: «Si los irlandeses no son libres, es porque no han merecido serlo. No es, pues, razonable contar con el Todopoderoso para anular las leyes temporales que nos atan. Batirse contra la suerte antes bien que capitular no es jamás una solución fácil, pero todavía es la que mejor nos corresponde». No obstante la carga guerrera que pesa sobre él, Pearse prosigue su misión cultural, la cual le conducirá, con finalidad de pedagogo, a la fundación del Colegio de San Enda, verdadera forja de caracteres basado sobre la enseñanza bilingüe.
Polemista, escritor y artista, piensa en cómo formar seguidamente un ejército de soldados-poetas que podrían, a un mismo tiempo, combatir la miseria del materialismo vagabundo y convertirse en educadores capaces de perpetuar las tradiciones milenarias de la Irlanda gaélica. En cuanto a los partidarios moderados de la negociación, les asesta una frase sin igual que justifica por sí sola todos los atentados perpetrados hasta el momento: «Sólo los hombres armados serán quienes rompan las cadenas que otros hombres armados han forjado para nosotros». Sana y lógica divisa en el seno de un combate identitario a muerte. Fusilado a la edad de treinta y siete años, tras la revuelta de Pascua de 1916, Patrick Pearse nos deja ese deber de revuelta que le hizo vivir y morir contra el inglés por la libertad de su isla.
¿Cómo ignorar ante un tal sacrificio la necesidad imperiosa de reapropiarse de nuestras propias tradiciones para ganar la libertad? Más allá de sí mismo, Pearse marcó la historia de un reguero de pólvora, llamando siempre a otros voluntarios. Entre éstos, Michael Collins, quien, desde 1919, llegará a implicar a los servicios secretos (británico) en el activismo del I. R. A. hacia los servicios secretos. Así mismo patriota, pero sin embargo más diplomático que su predecesor, Collins será asesinado por extremistas en 1922, a la salida de un tratado de paz entre su movimiento –el Sinn Féin– e Inglaterra, tratado “felón” no ratificado por los partidarios de Pearse que, antes bien, propugnan una guerra total.
Pearse y muchos de sus émulos después de él, han sublimado su combate al ofrecer su ejemplo para la posteridad: la libertad, que es un derecho, se conquista siempre por la fuerza de los puños. De ahí que, esperando con fe en la victoria (y ayudándola un poco cuando ha sido la ocasión), han multiplicado sus sacrificios, siendo éste el alcance virtual de sus armas.
Ariane
[Traducción de Enrique Bisbal-Rossell. El texto precedente fue publicado originalmente en el número 8, de invierno de 1998-1999, de la revista identitaria francesa Lansquenet]

Texto publicado en Tierra y Pueblo

0 comentarios